Capítulo 3: Somos más de lo que creemos

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Roman

Fui a abrir la puerta, y ahí estaba...

Esa chica de cabello corto, luciendo más hermosa que la primera vez que la ví.

—Buenas noches, soy John Flores— dijo al parecer el padre de Azul, extendiendo su mano para saludarme.

—Buenas noches, soy Roman Anderson, mi madre está por allá, pasen— dije señalando la sala y estrechando la mano del señor John. Toda la Familia Flores pasó y se sentó en la sala.

Mientras mi madre y los padres de Azul tenían una plática, su hermanita andaba ansiosa por tocar cada escultura dentro de la casa.

—Hola, ¿podrías no tocar nada, por favor?— le dije muy pacífica y lindamente.

—Jaz, no toques nada— escuché decir a esa chica.

Fue impresionante la forma en que su hermana Jazmín, quiero suponer, le hizo caso y no volvió a tocar nada. Ella era tan interesante que no me resistí a sacarle tema de conversación.

—¿Cómo haces para que te haga caso?

—Jazmín es mi hermana, yo la cuido y sabe que si le digo algo es porque está mal— me contestó un tanto seria.

—Ok, creo que te ves muy linda hoy— le confesé para no dejar de hablar con ella.

—¿Crees?— preguntó riendo sin ningún sentido.

—¿Qué es gracioso?

—Qué crees que me veo linda hoy, eso es gracioso— me contestó de manera muy burlona.

—¿Pero por qué? ¿Tiene algo de malo creer eso?

—No, para nada, pero me da gracia que lo creas y no lo afirmes.

—Tienes razón, te ves muy linda, Azul— tenía razón cuando decía que ella era hermosa.

—Muchas gracias, Roman, igualmente— dijo con una pequeña sonrisa.

Me sonrojé por ese comentario de ella y creo que me ví algo nervioso por ello, así que preferí salir un rato al patio con Jack.

—¡Tienes un perro!— gritó la pequeña Jazmín.

—Sí, se llama Jack, ¿quieres acariciarlo?

—Sí— contestó muy emocionada.

Dejé que lo acariciara, el muy consentido se dejó acariciar por la pequeña extraña, cuando no suele ser así.

—Le gusta que le rasquen la cabeza— le aconsejé.

—¿De verdad?

—Sí, mira, hazle así, le gusta mucho— le dije mientras que le enseñaba a cómo acariciar a Jack. Dejando que ella lo intentara, me paré y pude escuchar algo salir de la boca de Azul.

—¿Eres así de lindo con todos los niños?— me preguntó.

Estaba más sonrojado, me había dicho lindo y no lo podía creer, los halagos de ella se me hacen más lindos y reales, que los de las chicas de la escuela.

—Pues me gustan los niños, así que supongo que sí.

—¿De verdad te gustan los niños?

—Sí— recalqué.

—No pensé que alguien acosador y con más de diez mil seguidores fuera amante de la astronomía y de los niños— dijo muy sarcásticamente.

—Pues soy más de lo que tú crees.

—¿Enserio?

—Sí— le contesté tratando de acercarme lentamente a ella, pero Jazmín nos interrumpió.

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