Capítulo VIII

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Despierto pero aun así decido dejar mis ojos cerrados, para sentir nuestra piel desnuda bajo las sábanas, sus piernas entrelazadas a las mías, sus brazos alrededor de mi cuerpo sosteniéndome como si temiera de alguna manera que fuera a escaparme, pero con la suavidad con la que tocas la porcelana, es una de las cosas más magnificas que pueden existir, y que sea la primera en despertar es incluso mucho mejor porque eso es muy difícil de ver, y lo disfruto, las veces que hemos podido dormir juntos era muy difícil verlo así, justo como en este momento, vulnerable. Poder tocar su rostro y la piel que queda fuera de las sábanas es una de mis más grandes pasiones.







Mis manos actúan con vida propia ascendiendo a sus labios entreabiertos dejándome ver que aún está profundamente dormido, la punta de mi dedo índice rozando con suavidad su labio inferior luego, descendiendo a su mentón, recorro su mandíbula, los bellos de su barba incipiente haciéndome cosquillas al tacto, sus ojos se mueven un poco, está a punto de despertar. Acerco mi rostro y lo escondo en su cuello, dejo un pequeño beso ahí, sigo dejando besos, guiándome por mi instinto, uno en su clavícula y los demás en su pecho, sus brazos me aprietan un poquito más contra su cuerpo, levando la cabeza y dejo mi mano en la parte posterior de su cabeza.



– Buenos días princesa – su voz ronca, ¡DIOS MIO SU VOZ! Siento mi cuerpo relajarse y tensarse a la vez, siento que me derrito.



– Repítelo por favor. – Le ruego, y me mira sin entender un carajo. Solo sonrío y sigo para explicarle.







> Por favor deséame buenos días nuevamente. – Cuando escucha mis palabras, una enorme sonrisa abarca su rostro.



Se acerca a mis labios y sobre ellos, me dice eso que rogué por escuchar.



— Buenos días mi princesa. — y lo dijo con una sonrisa, una hermosa sonrisa que me encargare de devorar a besos.



Obviamente lo bese y pues nos pasamos gran parte de la mañana ocupados.



Entre sus brazos haciendo el amor unas veces más antes de ir a desayunar algo.



Mientras estaba duchándome Jack fue a comprar algunas cosas, ya que no fue planeado el dormir aquí, solo sería nuestra cena.



— Mientras te bañas haré el desayuno cariño. — Le digo mientras seco mi cabello con una toalla.



Se acerca, besa mi frente y asiente.



— Saldré pronto para ayudarte. — Se comienza a desnudar y noto un moretón en su cadera y otro en la parte alta de su espalda casi en su cuello, se quitó toda la ropa y descubrí más en el resto de su cuerpo. Me preocupe de inmediato.

— ¿Por qué tienes moretones? ¿Alguien te pego? ¿Es mi culpa? ¿Te hice esto anoche? — Me acerque rápido hacia él, trate de tocar su espalda, pero dio un paso lejos de mí y me extraño. Por alguna razón se puso nervioso y ansioso.

— Esto, no es nada, me caí esta mañana cuando fui a buscar el desayuno resbalé con la arena. — Aclaro. — Creo que estoy muy pálido, mi piel se marca por nada. — Tomo mi mano entre las suyas, dejo un beso en ella y me miro a los ojos. — No te preocupes, no es nada, mi princesa. — Dicho eso deja un beso en mis labios, se separa de mí y desaparece tras la puerta.

Para mí es difícil no preocuparme, quiero saber más, pero si él dice que está bien, le creo.

Termino de prepararme y me encamino a la cocina para prepararnos un delicioso desayuno.



Delirio (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora