Capítulo V

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Sentí sus pasos detenerse. Y es que, aunque el enojo y la injusticia me carcoman... sé que en el fondo ellos no tienen la culpa, ellos también fueron víctimas, después de todo; y yo tengo que aprender a perdonar y sanar heridas.

Lo mejor es que comencemos de nuevo. Y tratar de no hacerlo con rencores, porque el pasado no se borra, pero las heridas tienen que sanar.

— comencemos de nuevo, no te prometo que todo será igual. quiero perdonarte, de verdad, pero tratare despacio, espero que me entiendas, porque la confianza se rompió y no es fácil recuperarla. — dije tratando de aligerar el ambiente y recuperar un poquito de lo perdido. — no quiero perder a mi mejor amiga también — bajé la cabeza; siento como sus pasos se acercan y sus brazos me envuelven.

Ella se quedó a almorzar, y todo el resto de la tarde también se quedó en casa... lo estábamos intentando, de a poco lo estábamos intentando. En el momento que ella se marchó ya eran pasado las cinco y mi madre por supuesto hace rato que se había ido al trabajo. O sea que me quedé sola en casa; otra vez.

Así que subí a mi habitación, busqué mis cuadernos y me puse a hacer mis deberes. Las horas pasaron lentamente entre hojas de cuestionarios, ejercicios de matemáticas y lecturas que luego se volverían exposiciones, para cuando ya había terminado eran la 8:56 pm.

— Él tiempo pasa lento, pero igual da hambre, mejor me hago algo de comer— comencé a bajar las escaleras, dando saltitos, sosteniéndome de la barandilla, porque bien torpe si soy. — veamos que haremos de comer— no tengo que pensar mucho realmente, porque inmediatamente llegué a la cocina puse pasta en la estufa. Porque yo sí puedo vivir a base de pastas el resto de mis días.

Estoy muerta de cansancio, así que comí todo rápido y limpie las cosas que ensucie. Para luego salir a mi habitación y dormir por una semana de ser posible, subo los escalones suavemente, estoy a punto de pisar el último escalón, y escucho el timbre sonar, sí, ¡señores tocaron el timbre!

¿quién en su sano juicio tocaba la puerta de un hogar a esta hora? El timbre no dejaba de sonar ¿puedo demandarlo por esto?

— ¿cuál es la desesperación? Va a dañar el timbre— murmuré por lo bajo— ¡ya va! — solté un bufido y me dediqué a bajar los escalones, de dos en dos y tomada de la barandilla, sobre todo la precaución.

Solo espero que esto sea sumamente importante como para que me quieran tumbar la puerta.

Fui directo a la dichosa puerta con las ganas de decirle tres cositas a quien este del otro lado si me hacía perder el tiempo. abrí los cerrojos y como la vida es tan maravillosa, me llevé la grata sorpresa de que quien estaba tumbando mi puerta era mi queridísimo exnovio, Jack. Como sabrán con todo mi cariño y respeto intente tirarle la puerta y quizás con un poquito de suerte le partía la cara, ya saben con educación, ante todo, pero nada es como uno quiere, el muy imbécil la detuvo.

— ¿se puede saber qué diablos haces en mi casa y a esta hora? —  me pellizque el puente de la nariz con la mano derecha, acto nato de frustración y cansancio, mientras que con la izquierda agarraba la puerta porque ni de broma lo dejo entrar.

Iba a responder, pero lo detuve con un ademán de mi mano.

—sabes que, no me digas, solo lárgate— intente hacerle fuerza para cerrar por fin la puerta. Solté un bufido y rodé los ojos, esto era en vano. — ¿Quieres soltar la maldita puerta? Para darme el placer de romperte la nariz— Me miro a los ojos con incredulidad— por favor— intente.

— tenemos que hablar— fue lo que contestó sin soltar la puerta, porque él sabe que si me da la oportunidad tendrá que hacerse una rinoplastia. Esté está bien loco si cree que voy a hablar con él.

Delirio (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora