Berriche

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Todos decían que Javier tendría la carrera de un ganador, desde niño fue muy inteligente, el primero en su clase desde primaria, incluso cuando dio el examen para la universidad fue el máximo anotador en la provincia. Tampoco era feo, en sus recuerdos de sus mejores años había unas cuantas chicas que le tiraban ojitos. Por si fuera poco él no tuvo la necesidad de presentar su currículum a una empresa, fue fichado por el mismo gobierno y la paga era realmente buena.

Tenía unas excentes condiciones para ser un buen partido según la sociedad, buena familia, buen trabajo acompañado de una jugosa paga, una personalidad amigable, buena apariencia, incluso era blanco y heterosexual, no tenía por qué ser señalado por el dedo a pesar de sus anteriores condiciones.

Sin duda la vida de un ganador, salvo un detallito.

Casi no tenía tiempo ni para cagar.

Trabajo, trabajo y más trabajo. Desde que amanecía hasta que anochecía e incluso en sus sueños se presentaba el trabajo.

Aún recordaba cuando se graduó, fue el encargado de dar el discurso final, sus palabras estaban cargadas de expectativas y esperanza con la visión de un futuro prometedor.

Ahora, viviendo su futuro prometedor era lúgubre.

A este paso quedaría soltero de por vida, su madre no dejaba de preguntar cuando se iba a casar y tener hijos.

‘Estos jóvenes de hoy, están todos con la moda de no tener hijos, ya nadie piensa en la importancia de tener una familia, solo viven para su presente ¡Javier, yo no te eduqué con esas ideas’

‘Mamá, no es así’

A pesar de las ideas arcaicas de su madre, evitaba llevarle la contraria, además Javier realmente lo intentaba.

El tiempo récord en que una chica lo terminaría por no tener tiempo para ella fue de tres días.

Su vida amorosa se veía oscura.

No obstante, quien dice que las relaciones solo surge afuera ¡Por algo existen los romances de oficina! Javier trabajaba con dos chicas, Margoth y Diana.

Comparten el mismo espacio y mucho tiempo juntos, incluso entre ellos se conocen sus manías y peculiaridades, qué tan malas serían las probabilidades de ser rechazado por alguna de ellas.

—No, nada ver, jamás saldría contigo Javier, no hagas esas bromas de tan turbias.

Fue un rotundo rechazó por parte de Diana en respuesta a la medio broma, media verdad cuando dijo que pasaban mucho más tiempo juntos que una pareja casada.

—Oye eso duele.— respondió de mal humor.

—No es personal, eres un buen tipo es solo que cuando te veo, te relaciono con el trabajo y yo estoy harta, además me veo reflejada en ti.— Diana lo miró fijamente.— Esa piel pálida enfermiza, esos ojos sin vida y las ojeras hasta las mejillas, no... Ni hablar, prefiero un tipo con una personalidad cálida y amable.

—No podría estar más de acuerdo.— Intervino Margoth mientras se terminaba su cuarta taza de café.— Yo también prefiero una persona con una actitud relajada y una sonrisa en la cara, además que tenga un bonito bronceado por pasear en la playa con una camisa de flores, no me importa si es chico o chica, mientras que con su presencia me haga olvidar de este maldito lugar yo estaría encantada.

—Atrás gata rompehogares, aleja tus garras de mi futuro o futura esposa, cómo eres tan desvergonzada para ir tras personas casadas.— respondió Diana que tecleaba furiosamente, a esas alturas a ella también no le importó pasarse al otro bando.

Protegiendo a mi hermano del héroeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora