-Nancy, amor. Despierta - la mecio su madre por encima de las manta - debemos ir a la casa de los abuelos.Nancy estaba semi dormida, pero oír eso le quitó todo rastro de sueño. En un movimiento quitó las frazadas que la cubrían y miró fijamente a su madre. Era sábado. Los sábados eran su día especial. Su día libre. El día que veía a Natasha ¿Por qué ir a casa de los abuelos? Eso solo lo hacían los días domingos. La miró con el ceño fruncido en espera de una respuesta, aunque ninguna que pudieran darle le agradaría.
-Los abuelos se van de viaje mañana. Por eso haremos el almuerzo familiar el día de hoy.
-No - respondió seria.
-Nancy...
-No iré.
A Karen le agradaba la idea de que su hija hablara más. Pero está situación simplemente le rompía el corazón. Esos almuerzos se alargaban por horas y volvían muy al atardecer. Si iban era muy probable que Wanda no pudiera ir al centro comercial.
-Debes ir - le dijo afligida.
Ella pudo ver como sus ojos se cristalizaban un poco, su rostro seguía con expresión molesta. Supuso que estaba experimentando demasiada impotencia en esos momentos. Salió rápidamente de la cama y se dirigió al baño, donde se encerró varios minutos. Toda esa situación le resultaba demasiado injusta. No era justo que la privaran de lo que más feliz la hacía en el mundo. Sentía un nudo en la garganta. Tanta práctica en vano. Trataba de calmarse. Luego de pasar un largo rato encerrada finalmente salió y fue hasta la sala donde se encontraban sus padres ya cambiados, listos para salir. Ella simplemente estaba con unos cómodos y viejos pantalones de gimnasia y un sweater de lana que le había tejido su abuela hace algunos años.
-¿No te cambiarás de ropa, cariño? -le pregunto su madre.
Ella negó con la cabeza viéndola de manera fija. Claramente estaba molesta. Muy molesta. Ella sintió como su corazón se oprimía. Nancy había estado respondiendo con palabras y ahora un cambio repentino de planes había arrojado todo por la borda en cuestión de minutos.
-Intentaremos regresar temprano e ir al centro comercial ¿Si? No puedo prometerte nada. Por favor no te enojes.
Ella la miró fijo y desvío su mirada hacia otro lado. Se encaminó hacia el auto y se subió a él. Cuanto más rápido se librara de la reunión familiar, más posibilidades había de verla al menos unos minutos. Incluso segundos.
Una vez llegados a la casa de los abuelos, Nancy a penas si los saludó a ellos por educación. Estaba claramente enojada y no quería que nadie la molestara. Ni siquiera se molestaba en responder con gestos, solo hacia oídos sordos a todo lo que le hablaban. La bronca le había quitado incluso gran parte de su apetito. Los demás reían y hablaban entre ellos. Ella sólo miraba el reloj de la sala. Faltaba tan solo veinte minutos para las seis de la tarde. El horario en que finalizaba el turno del trabajo de Robin. Y sus padres no se veían muy interesados en abandonar pronto la platica. No podía soportar la idea de no verla. Ni siquiera podía ir caminando, dado que la casa de sus abuelos estaba a las afueras de la cuidad. Solo había algo que podía hacer.
-Mamá -la llamó tomándola del brazo.
Ella dejó de reír y prestar atención a la conversación para concentrarse en ella. Hacía mucho tiempo que no la llamaba así. Solo lo hacía cuando era algo realmente importante.
-Por favor -la miró con genuinos ojos de súplica. Si había alguna esperanza de llegar a ese lugar a tiempo estaba en manos de su madre.
Karen vio lo afligida que estaba y luego vio el reloj. Las posibilidades de llegar realmente eran pocas, pero lo intentaría.
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La chica de los cds; roancy
Fanfiction~ Es una adaptación, todos los créditos a la autor/a original.