Capitulo 8

67 4 0
                                    

Jean no tuvo más remedio que rendirse ante los soldados, nada de lo que hiciese podía ganarles. Se dejó llevar a donde sea que lo llevan sin forcejear.

Axelle estaba confundida, asustada y sobre todo preocupada, preguntándose dónde se encuentra Jean, qué le habrán hecho, cómo habrá reaccionado ante su repentina desaparición.

Ahora mismo se encontraba en algún lugar oscuro sin poder ver donde se encontraba, intentó moverse pero algo pesado la retenía.

Escuchó pasos y crujidos, todas sus alertas se activaron provocando que su cuerpo tiemble y sude por el miedo.

-Tranquila pequeña joven, no os haré nada. -la misma anciana de pelos plateados y piel arrugada apareció en la poca visibilidad de Axelle-. Os tengo aquí por algo ¿Sabéis por qué? -preguntó acercándose más a ella. Axelle intentó retroceder, pero el mismo peso que al principio se apoderó de ella apareció dejándola inmóvil y eso inquietaba más la necesidad de moverse de Axelle.

-Es de mala educación no contestar a una pregunta cuestionada. -reprochó la anciana.

Axelle intentó hablar pero a cambio le salió un jadeo, la anciana empezó a reír, con una carcajada ronca enviando calambres y escalofríos a Axelle.

-Vos, querida mía, sois la solución a todo esto. -Axelle frunció el ceño confundida.

-Yo no soy de este mundo. -consiguió decir.

-Lo sé, tonta no soy. Pero de alguna forma podéis volver a unir este mundo, mi mensajero me dijo que vos sois la que me ha hecho capaz de notar el humo, mandabais con vuestro miedo imágenes a mi cabeza, mensajes de que yo debía acudir a vos. Me pareció extraño pero mi mensajero lo ha investigado y vos. -la señaló y empezó a acercarse más a ella-. Vos cariño mío sois la posible cura de este mundo, la posible felicidad. -Axelle aún mas confundía preguntó:

-¿De qué?

-Pronto lo sabréis. -dijo volviéndose a alejar. Axelle empezó a removerse en su sitio llamado la atención de la Anciana.

-¿Dónde está mi amigo?- preguntó preocupada-. ¿Le ha pasado algo malo?

Mientras tanto Jean se encontraba delante de un gran castillo rodeado por grandes muros de piedra.

Era tan grande que debía constituir un solo pueblo el solo. Los soldados empujaban y tiraban de él hacia una puerta de madera que se encuentra en mitad de un gran muro.

-¿Dónde estoy? -preguntó.

-Te encuentras ante el castillo de Versace, debes tener una conversación con el rey por intentar pasar el lago. -dijo el hombre que le empujaba.

Jean se quedó callado pensando en las consecuencias que sufriría cuando se dieran cuenta de que él no pertenecía a este mundo.

<<Las personas que no lograron salir de aquí, han sido ejecutadas por Versace>> Las palabras que dijo Anderson retumbaban en la cabeza de Jean haciendo que esta duela y mande nerviosismo y miedo a todo su cuerpo.

Al entrar por la gran puerta de madera, se encontró con muchas personas yendo y viniendo de un lado a otro, hombres y mujeres con antiguas ropas les miraban intrigados por saber qué es lo que ha pasado. Había una pequeña población dentro de este castillo, hasta tenían mercados, Jean sorprendido miraba de un lado a otro, enviando miradas de ayuda a todas las personas con las que se le cruzaba la mirada.

Los soldados empujaron a Jean hasta otra puerta que estaba abierta y había que subir unas escaleras para poder atravesar esta puerta.

Al entrar ladrillos le rodearon, cubiertos de telas rojas y verdes.

Uno de los soldados paro en medio de el gran "vestíbulo" por así decirlo y gritaron "Su majestad."

Más solados aparecieron con un hombre de mediana edad y con pelo grisáceo, aprecio en medio de estos, vestido diferente a los demás pueblerinos y con una corona de, notablemente, oro y una espada a su costado.

-Mirad mirad con quién nos encontramos aquí. -dijo acercándose y sonriendo-. Un intruso queriendo infringir mis normas. -se alejó de los soldados y se acercó a Jean-. ¿Qué voy a hacer con vos? Siempre que alguien infringe mis leyes o normas sufre consecuencias, ¿Qué es lo que haremos con vos? -preguntó girándose hacia sus soldados-. Contadme lo que este joven a hecho. -exigió.

-Señor, el joven intentó pasar el lago Sparty, nos distrajo quemando todas las casetas y eso hizo que la maga Diana aparezca y se lleve a unos cuantos soldados con ella. -dijo un soldado dando un paso adelante y poniéndose firme.

-¿Estaba solo? -preguntó

-No señor, él se encontraba con otra joven -contestó.

-¿Y dónde está? -exclamó.

-La maga Diana se la llevó.

-Vieja astuta. -murmuró Versace girándose hacia Jean -Habéis quemado las casetas de estos hombres y encima habéis provocado que se lleven a parte de mis soldados ¿Qué creéis que debo poneros como castigo? ¿Cortaros una mano? ¿Un dedo tal vez?

-¡QUE LE CORTEN LA CABEZA! -gritó una voz femenina desde algún lugar del castillo. Versace cerró los ojos frustrado y susurro algo inaudible por lo bajo.

-Diana -dijo con fingida felicidad.

-Oh Versace, yo también me alegro de veros -volvió a decir la voz, pero Jean no veía de dónde provenía y por la cara de confusión de todos sus soldados ellos tampoco sabían donde estaba esa voz.

-Sal de donde estés Diana -dijo Versace mirando hacia todos lados, pero de repente una brisa se apoderó de todo el vestíbulo hasta aparecer la anciana que antes había visto Jean.

<<Así que ella es Diana la maga>> pensó Jean.

-Lo siento, se me olvidaba que no teníais el mismo poder que vuestro hermanastro y no podíais identificarme. -Versace cerró fuertemente los ojos enfadado por tener razón.

-Cállate. -gruñó.

-Suelta al joven y os dejaré en paz -dijo la anciana refiriéndose a Jean.

Jean se quedó mirándola confundido sin saber porque quería que fuera suelto.

-Así que a eso se debe vuestra visita -afirmó Versace.

-No, he venido a ver vuestra cara de viejo hundido que poco a poco va envejeciendo demacrado. -dijo con humor Diana. Los soldados forzaron por no reír.

-Miraos que graciosa.

-Mejor graciosa que aburrida. ¿Vais a soltar al joven o debo utilizar mi magia? -preguntó directamente.

-Soltadle. -dijo a sus soldados, estos obedecieron y dejaron a Jean libre. Cuando levantó la vista para ver donde estaba la maga, no se encontró con nadie, giró y vio que otra vez los soldados iban a perseguirle.

Jean cogió ventaja y echó a correr.

¿Dónde irá? ¿Podrá escapar?

Excalibur.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora