Capítulo 4

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El tiempo comenzó a transcurrir mucho más deprisa de lo que lo había hecho hasta ese momento

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El tiempo comenzó a transcurrir mucho más deprisa de lo que lo había hecho hasta ese momento. Entre el instituto, las tareas de la casa, y las charlas con Rose. Comúnmente Bella la invitaba a estudiar juntas, esas tardes de estudio normalmente terminaban con las dos muchachas y Charlie mirando la televisión.
Su madre le escribía dos veces por semana y sus hermanos una. Las cartas de George comúnmente contenían información confidencial de sus casos como auror que se le salía sin querer. Las cartas de Adhara por otro lado contenían una gran cátedra de diversas cosas e historias sobre su trabajo en San Mungo. Las cartas de los gemelos eran las más divertidas, comúnmente eran anécdotas de Sortilegios Weasley, dónde ahora trabajaban ambos. Alejandra en cambio escribía sobre su año en Hogwarts y sobre lo aburrido que le parecía o sobre los castigos que le habían puesto por hacer alguna de sus cotidianas bromas, como llenar el gran comedor de pantanos instantáneos, teñir el cabello de los alumnos de alguna casa o cualquier tontería, ella y Peeves se habían vuelto amigos.

—¿Te sientes bien Bella? — preguntó Athenea.

Esa mañana de sábado ambas se encontraban estudiando como de costumbre en casa de la Swan.

—Si, solo que pues... Jacob no contesta mis llamadas. — explicó Bella la causa de su mal humor.

—Ah, el fortachon de la push que tiene el mismo apellido que yo... — mencionó la pelirroja recordando que la chica le había hablado del muchacho.

—Si él, desde aquella vez que salió huyendo del cine no he vuelto a verlo. — mencionó Bella adquiriendo un tono de frustración.

—Pues... Quizá solo necesita espacio — mencionó Athenea mientras resolvía una ecuación de matemáticas en su cuaderno.

—Pero ya ha pasado mucho tiempo, tal vez deba ir a buscarlo — mencionó Bella dudosa.

—Claro que no, Isabella Swan — regaño Athenea — tu padre me ha pedido que no te deje salir de la casa, por lo de los lobos que viste la última vez en el bosque.

Y es que Charlie Swan estaba demasiado preocupado por la seguridad de todos, sobre todo de su hija que lo empeoraba al andar sola por el bosque. Había varios desaparecidos y otros ataques de animales, cosa que tenía preocupadas también a Athenea y Rose, quiénes habían comenzado a salir con sus varitas escondidas en sus ropas.

—Pero es que necesito verlo, Athenea — se quejó Bella.

—Lo que necesitas es dejar de pensar en eso, si el chico no quiere verte no hay nada que hacer — replicó Athenea.

— Se trata de Sam Uley. Es por él. Sam se ha hecho con el control de Jacob

—Mira nena, dudo que el tal Sam haya poseído a tu amigo — se quejó Athenea, según tenía entendido ella ese era un pueblo libre de magia, al menos eso le había dicho Rose

—No lo entiendes, el me dijo que no quería unirse pero ahora también está en su banda — mencionó Bella ansiosa.

—Bueno, que se haya unido a ellos no explica porque dejó de hablarte, a menos claro, que sea una secta anti-Bella — mencionó Athenea mientras bebía de su refresco.

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