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RAHEL.
120 d.C.
SONRIÓ CON AMABILIDAD, y la niña de cabellos plateados enfrente de ella le devolvió la sonrisa; Rahel volvió a sus trabajos con la ajuga e hilo, mientras de fondo los chicos "entrenaban" con espadas de madera aseguradas de cualquier extremo que resultara puntiagudo. Por otra parte, en una mesa no tan alejada, su madre hablaba en calma con su prima mayor, Rhaenyra.
—Terminando podemos ir a los jardines—susurró sin despegar la vista de la tela, Helaena.
—Claro—le contestó de inmediato.
A Rahel le agradaban todas las actividades que pudiese hacer, sin embargo, prefería las que tuvieran que ver con pasar el tiempo al aire libre, y gracias a los dioses a Helaena le encantaba pasar horas en los jardines, entre los suelos buscando animales diminutos.
Estuvieron otro rato tratando de hacer puntadas derechas, lo más derechas que su motricidad fina de niñas de seis y cinco años se los permitiera; eso fue hasta que el escándalo de los niños sobrepasó lo normal, y las madres se pusieron de pie, entonces fue cuando Rahel aprovechó el alboroto, se paró de su asiento de un brinco rápido, dejando caer la tela sin terminar, tomó la mano de su prima y la obligó a salir corriendo de ahí.
Las risas inocentes de Helaena inundaban todos los pasillos silenciosos por los que tuvieron que correr para poder llegar al jardín favorito de ambas, en donde se encontraba el árbol corazón, con sus hojas ardientes danzando junto al aire. Rahel respiró profundo, sintiéndose en casa.
Helaena se acercó hacia el hueco donde encontraba siempre un nido de gusanos con un montón de pies, por su parte Rahel se apresuró a trepar el árbol. Escuchó como la tela fina de su vestido era rajada por las ramas, sólo para después soltar una risita.
Trepó muy poco, a decir verdad, sólo hasta que encontró una rama lo suficientemente gruesa para sentarse en ella y dejar sus pies balanceándose en el aire.
—¿Rahel? —La llamó Helaena desde el suelo.
—Aquí—, contestó con una sonrisa en los labios.
Helaena subió la vista hasta ella, sus labios se abrieron formando una "o" cuando la vio sentada tranquilamente sobre el árbol sagrado, por su parte, Rahel se sintió orgullosa ante el asombro de su prima.
—He encontrado un escarabajo nuevo—, le anunció cuando la sorpresa pasó, alzando en lo más alto a un bicho de color negro y azul profundo—. Tiene la pata trasera torcida, no creo que viva mucho.
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Dance of the Dragons | Aemond Targaryen||House Of The Dragon.
FanfictionDANCE OF THE DRAGONS| ❝Era ridículo como toda aquella amargura acarreada por años de la nada desapareciera ante él. Era incluso más ridículo que desapareciera por ella. Aemond siempre pensó que la tristeza maligna de Rahel Dagwood era algo que no lo...