Nueva York, 15 diciembre de 2022En cuanto recibió la llamada de la secretaria donde le informaban que el director general quería una reunión con él, Harry supo que estaba en problemas.
A paso vacilante se dirigió al despacho, ignorando las miradas compasivas de sus compañeros. Cualquiera sabía que Fendertz solo llamaba para dar malas noticias o presentar quejas del trabajo de otros.
Golpeando la puerta suavemente tres veces, le concedieron permiso para entrar, giró el pomo tratando de ocultar su nerviosismo. Había estado pocas veces en aquel despacho, pero siempre se quedaba un poco asombrado viendo lo minimalista y simple que era, una estantería de libros, una ventana enorme con vistas a Nueva York y el escritorio presidencial. Incluso con la simpleza del lugar, imponía lo suficiente para no desear pasar allí más tiempo del necesario.
Tras el escritorio de roble, se encontraba Tomás Fendertz, un hombre de aproximadamente cuarenta y cinco años que dedicaba más tiempo a engañar a su esposa que cumpliendo realmente con su cargo. Llevaba siendo su jefe tres años, des de que llegó a la empresa a través de una recomendación de su padre.
—Mire Styles, —dijo su jefe cruzando los dedos sobre la mesa, una vez lo hice sentar frente a él—. N no quería llegar a este punto, pero me veo en la obligación de hacerle saber que sus últimos informes mensuales han sido muy bajos. Sin duda alguna, lo han vuelto a engañar.
Me tiene que estar jodiendo.
Harry inspiró profundamente en su sitio. Tras su reciente ruptura con su novio solo podía añadir a la lista, quedarse sin empleo para acabar de llenar el cupo de la peor navidad de su vida.
—Cuando entró aquí recomendado por su padre, se suponía que usted quería ser socio del bufete. ¿No es esa la razón por la que lleva 3 años en su actual puesto?
—Así es, —asintió él rápidamente— tengo muchas ideas de cómo mejorar las ganancias de la empresa, he revisado los informes del último año y —
Detuvo su discurso al ver la mano alzada de su jefe directo.
—Únicamente ha liquidado tres empresas en el último mes, y no sé cómo ha hecho que terminemos pagándoles a los deudores antes de cerrarles—negó con la cabeza en desaprobación. Soltó un suspiro cansado—. Solo perdemos dinero con usted, señor Styles.
En aquel momento, Harry sintió que pretendía pisotearlo, se irguió en su sitio listo para defenderse.
—Los Fisher llevaban dedicándose toda su vida a la artesanía, eran una pareja de ancianos que no tendrían donde vivir sin su pequeña tienda —dijo con el ceño fruncido—. El contrato decía que en caso extremo, como este, la empresa les proporcionaría el sustento necesario para poder seguir adelante. Además, les estábamos exigiendo más de lo que tocaba, tenían intereses muy por encima de los que tienen otros casos similares, lo estuve comprobando antes de tomar cualquier decisión. —inspiró retando a su jefe con la mirada—. Se supone que me envían para darles soluciones de cómo recuperarse, no para cerrar sus empresas sin darles siquiera la oportunidad de defenderse y-
—Styles, —dijo frotando sus sienes— lo hemos hablado en más ocasiones, esa es la imagen al público. —Clavó sus ojos en él—. Nadie, absolutamente nadie más que usted, trata de buscarles soluciones a esos ladrones. ¡Son deudores, por el amor de dios! —alzó las manos con exasperación—. No quieren pagar, y no puede usted aparecer como el hada madrina que arreglará su vida. Su objetivo es liquidarles, ganamos tiempo y dinero de esa manera. Así ha funcionado siempre y así seguirá siendo mientras esta empresa sea mía, así que absténgase de buscar alguna solución.
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Hasta que llegue Navidad
RomanceHarry Styles trabaja en un bufete de préstamos, uno de los deudores está en la quiebra y debe viajar a Kiruna para liquidar la fábrica de Tomlinson Toys. Lo que en un inicio parecía un plan sencillo, se acabó transformando en mucho más de lo espera...