Capítulo III

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Gina no era la pareja de Louis, como Harry había creído.

Era una mujer de unos 50 años, que ya tenía la comida lista cuando ellos llegaron. Por lo que Harry entendió se quedaría a cenar con ellos y luego se iría a casa.

En cuanto entró, ella lo miró de arriba a abajo y tras que Louis la informara que él era el administrador concursal, su comentario fue:

—¿Y lo alojarás bajo tu techo?

Louis la miró sonriendo manteniendo una conversación privada.

—Por favor Gina, muéstrale al letrado donde queda la sauna, estoy seguro que agradecerá entrar en calor—dijo mirándolo brevemente frotar sus manos unidas—. Y por cierto, que sea una sesión completa.

Gina asintió con un humor renovado y feliz, y agarró su brazo para cumplir lo dicho.

En la parte trasera de la casa, había un anexo a la casa en el cual se encontraba una habitación de madera con sauna. Gina le dio una toalla blanca y le señaló donde podía guardar su ropa, Harry que ya apenas sentía los dedos de sus pies, se cambió rápidamente y la toalla a su cintura, entrando en la sauna. Esta tenía dos niveles de escalones para sentarse, uno a nivel normal y otro más alto. Se sentó en el primero y dejó que los vapores cálidos fuesen haciéndolo entrar en calor, después de un día rodeado de nieve, esto era lo más cercano al paraíso.

Minutos después, sintió gotas de sudor caer sobre su pecho y cómo su cabello se humedecía, disfrutó la sensación con los ojos cerrados. Lo que daría ahora mismo por un masaje tras la sesión relajante, pensó. Necesitaba aquello, la sensación de sentirse cálido, cuidado, sin problemas y completamente relajado. Oh, sí. Aquella sauna sin duda sería una de sus rutinas diarias mientras continuase su estadía en casa de Louis.

Louis...

Un rubor cubrió sus mejillas al recordar la sensación de sus labios presionados juntos, sus lenguas bailando, cómo le rodeó la cintura con sus trabajados brazos y como lo presionó contra su pecho.

Ojalá fuese cualquier otro hombre y no al que debía quitarle su empresa... Realmente le partía el corazón, pero no. Ya no más. Había sido un blando anteriormente, y no había salido bien. ¡Lo engañaban, por el amor de dios! Era o él o Louis, tenía que elegir y no podía perder su trabajo, aquel por el que lleva tanto tiempo luchando y-

La puerta se abrió dejando ver a Gina, quien le sonreía.

—¿Cómo va todo por aquí?

—Bien, gracias, es realmente magnífico-

Un balde de agua fría le fue arrojado justo a la cara haciéndolo gritar.

—¡¿Pero qué hace?!

—Debe alternar frío y calor, para que circule mejor la sangre. Si un elfo te mordisquea la piel, tienes que regalarle tu abrigo. Es lo que decimos aquí—explicó ella como si lo que decía tuviese algún sentido.

Después de eso salió cerrando la puerta dejándolo empapado.

✨✨✨✨

Cuando estuvo cambiado a algo más cómodo, se unió a la mesa donde estaban los pequeños sirviendo los platos.

—Oh, Harry ha vuelto —dijo Sasha cuando lo vio con una sonrisa—. ¿Tienes hambre?

Él le sonrió y asintió.

—Lo cierto es que sí, preciosa. ¿Sabes que hay para cenar?—dijo echándole un breve vistazo a la olla que Gina servía algo de fuerte olor en los platos.

Hasta que llegue NavidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora