Capítulo II

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Ladridos de perro provenientes de la calle despiertan a Harry haciendo que se estremezca. Se pone sus pantuflas y baja las escaleras corriendo en cuanto se pone su bata de estar por casa.

—Dios mío, ¿qué es esto?

—Buenos días, Styles. Espero que haya dormido bien.

Harry se giró bruscamente hasta encontrar a Louis sirviendo el desayuno y ya vestido con ropa de calle.

—Bueno, lo estaba hasta que desperté por los ladridos. ¿Es algo habitual en sus perros? ¿Ladrar en plena madrugada?

—¿Madrugada?—preguntó Louis riendo. —Son las ocho y media de la mañana, aquí todos madrugamos y mis perros solo están diciendo buenos días y avisándome de que están hambrientos, así que iré a alimentarlos.

Se limpió las manos en un trapo y agarró un plato con algunos bistecs.

—En 20 minutos salimos, desayune y vístase, queda usted en su casa. Iré a prepararlo todo —dijo sonriendo.

Harry se apresuró a seguir las órdenes y 20 minutos después, salió de casa de cerrando la puerta.

—¿Nos vamos?—preguntó una vez se había acercado a él.

Louis se giró y vio como el chico hoy había optado por un gordo jersey de lana marrón y unos pantalones verdes oscuros de pana. Además llevaba un gran abrigo negro y botas negras.

Le sonrió asintiendo.

—Cuando quiera.

Como el día anterior, llegaron al pueblo en el trineo remolcado por los 4 perros de Louis.

La fábrica era preciosa desde fuera, no parecía muy alejada de ser una casa similar a la de Louis. Estaba pintada de color granate y los marcos de las ventanas eran blancas. Se leía el letrero Tomlinson Toys sobre la puerta.

—¡Buenos días, Louis!

—Buenos días Zayn, —respondió él sonriendo—. Este es el señor Styles, recién llegado de Nueva York.

El hombre que respondía al nombre de Zayn se acercó a ellos y extendió su mano hacia Harry con una sonrisa. Sus ojos color miel y sus largas y tupidas pestañas oscuras resaltaban en su morena tez.

—Un placer, soy Zayn.

—Encantado—respondió al saludo.

Zayn volvió a mirar a Louis un poco más serio.

—Tengo que enseñarte la revisión de la mercancía que traje ayer, ¿podríamos hablar tan solo un par de minutos?

—Por supuesto. ¿Harry, puede esperarme aquí? Ahora vuelvo.

—Sí, no hay problema.

En cuanto se alejaron, Harry miró los alrededores a la casa, podía ver al menos 15 personas revoloteando entrando y saliendo. Se preguntó como era posible que Louis estuviera tan endeudado y pudiese mantener a tantos trabajadores.

Bueno, claramente ese era uno de los motivos por los que estaba en quiebra.

Su teléfono interrumpió sus pensamientos cuando anunció una videollamada de Marcus.

Harry se apartó del tumulto de gente para tratar de tener algo de privacidad.

—Marcus, deja de llamarme, no quiero saber nada más de ti.

La cara de Marcus se contrajo como si no hubiese estado esperando nada de eso.

—Mi amor, vamos. Olvídalo ya, todo el mundo tiene pequeñas peleas.

Hasta que llegue NavidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora