Prólogo

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Prólogo

⟨  J U L I O    1 9 9 7  ⟩

Su mirada se concentraba en el horizonte. Los últimos rayos del día se despedían con tonos anaranjados que se degradaban entre los azules y violetas del anochecer que comenzaban a acechar.

Era una vista preciosa. Una última oportunidad de sentir sobre su piel levemente erizada el calor del sol que se resistía a marcharse en aquél día tan veraniego.

Cerró los ojos un instante, aferrándose a la barandilla de aquél mirador estratégicamente colocado para poder observar la belleza del gran parque oculto en mitad del bullicio de Londres, y sintió la paz del lugar embriagando cada poro de su piel hasta tocar su alma. Respiró profundamente y se dejó llevar a un recóndito rincón de su mente en el que aún podía recordar lo que era la felicidad y lo que se sentía al saborearla, opacando sus sentidos hasta que sólo quedó ella.

Solía hacerlo cuando se sentía que su vida colapsaba, que había llegado al límite de lo que podía soportar, pero se sorprendía siempre a si misma continuando hacia delante por el camino previamente trazado que habían elegido sus padres.

Atheris Rowle, hija de Thorfinn y Euphemia Rowle, provenía de una familia sangre pura considerada dentro de los sagrados veintiocho. Su vida siempre estuvo bajo el yugo de las apariencias y los ideales supremacistas de aquellos que se consideraban sangre limpia, pero además siempre contó con las virtudes que la llevaron a ser una Slytherin orgullosa.

Era astuta, bastante ambiciosa y muy determinada. Siempre buscando la forma de superarse a sí misma y conseguir sus metas con pulcritud gracias a su ingenio y su gran poder para manejar todos los contratiempos a su antojo hasta llevarlos a su terreno. Vanidosa y narcisista, se amaba a sí misma como a ningún otro, y dejaba salir a relucir sus encantos y la sensualidad que solía acompañarla si el beneficio que podía obtener era superior a lo que habría imaginado.

Su cabello sedoso y rubio solía caer por su espalda de forma recta y perfecta, tanto como la postura erguida que solía mantener. Una sonrisa cínica solía adornar sus carnosos labios rosados, que se veían perfectamente acompañados por una fría mirada tan gélida como el azul claro que bañaba su iris.

Nadie habría imaginado jamás que ella era una traidora. Nadie jamás sabría de las amistades que había mantenido de forma oculta con bastante éxito en sus años en Hogwarts. Y atendiendo a la llamada de alguien que pasó por su vida fugazmente de una manera más especial, ella se encontraba ahora en ese mirador, tratando de adecuar su respiración que solía entrecortarse desde que volvió a casa a pasar las vacaciones.

El aroma que le caracterizaba le delató como su acompañante antes de que Atheris abriese los ojos.

—Llegas tarde —murmuró tras una larga inspiración. La paciencia nunca fue una virtud que sacase a relucir a menudo. El chico a su lado río.

—Tú has llegado pronto, como siempre —Atheris abrió los ojos al fin y se giró para mirarle.

Llevaba algún tiempo sin verse, aún así podía afirmar que su aspecto era aún más apetecible. Pero debía recordarse a sí misma que ella, a pesar de ser una pecadora que adoraba dejarse llevar por la tentación más prohibida, ahora debía actuar con cautela. Ella había elegido un bando, que muy a su pesar estaba en contra del de la persona que tenía al frente.

Él volvió a hablar tras un breve silencio bastante cómodo en el que sus miradas se sostuvieron mutuamente. —Imagino que lo habrás oído.

Atheris asintió casi de forma imperceptible, pero él conocía cada uno de sus movimiento. —La noticia salió en El Profeta al día siguiente.

—Pero a tí no te hizo falta esperar hasta entonces para saberlo, ¿verdad?

—Él estaba muy contento —la chica parpadeó y juntó sus labios en una línea recta.

—Sé cuáles son tus convicciones, Ris. Sé por quién luchas. Dumbledore también lo sabía, pero él pensaba que podíamos confiar en tí... —dijo de seguido y luego respiró profundamente antes de decir aquello que se había quedado atrapado en su garganta—. Yo confío en tí.

La chica abrió los ojos sorprendida.

—Dumbledore creía que, en el caso de que no pudiera convencer a Malfoy y... En fin, sabemos qué pasó —rectificó su discurso tras aclararse la garganta—. El caso es que siempre  pensó que tú nos ayudarías.

La sonrisa que caracterizaba a Atheris volvió a aparecer. —No me gusta ser segundo plato de nadie.

El chico rodó los ojos. Conocía el temperamento tan difícil de la Slytherin, pero él siempre supo manejarlo.

—Te necesitamos —admitió sin rodeos—. Necesitamos a alguien que los conozca, que opere desde dentro.

—Un chivo espiatorio —interrumpió y comenzó a reírse negando con la cabeza.

El gryffindor suspiró y cerró los ojos brevemente. —Sí.

Ciertamente era que la Orden del Fénix necesitaba a alguien de confianza desde que Snape les traicionó. Estaban perdiendo, era un sentimiento que se calaba en sus huesos. Cada día que pasaba la guerra parecía aún más perdida.

—¿Qué obtengo yo con eso?

—La libertad —ofreció—. Cuando quién-tú-sabes sea derrotado...

—Fred —le interrumpió y se giró hasta descansar sus manos de nuevo sobre la barandilla—, me estás pidiendo que traicione a mi familia, que traicione a quién soy. Yo creo en su causa.

—¿A que precio? —cuestionó sin dudar y la tomó por los hombros para que volvieran a mirarse—. Tú no crees que cualquier muerte está justificada con tal de obtener poder. Es un peso que cargarás toda la vida si no haces nada por impedirlo.

—Lo que me pides es imposible. Nos pone en riesgo a mí y a mi familia.

—¿Qué familia, Ris? —preguntó frunciendo el ceño con decepción—. Tú no los aprecias, lo sabes bien.

—Las cosas son distintas ahora —susurró desviando la mirada hacia el suelo—. Él nos ha prometido una vida mejor, y nosotros hemos jurado ayudarle a conseguirlo.

Fred negó. —No puedo creerlo. Lo defiendes —acusó—, después de todo lo que hace. Después de todo el daño y la destrucción que siembra allá dónde vaya.

Atheris suspiró. Sus mejillas comenzaban a tornarse color carmesí por el frío incipiente que traía consigo el anochecer.

—Como tu amiga, no denunciaré ésto ante el señor tenebroso —ofreció guardando sus manos dentro de los bolsillos de su chaqueta—. Es lo máximo que obtendrás de mí.

Y se marchó. Tan rápido como había llegado, apareciéndose justo cuando la oscuridad de los árboles le dieron cobijo, dejando a Fred, quién fue alguien especial para ella años atrás, amparado bajo la luz de una farola sintiéndose abrumado y decepcionado.

ATHERIS •|A Fred Weasley 's fanfic|•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora