Capítulo 2

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⟨  A C T U A L I D A D   |   A Ñ O    2 0 0 3  ⟩
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La sangre goteó desde su nariz, manchando el suelo de cemento. Últimamente los síntomas eran más frecuentes.

A veces perdía la visión por unos segundos bajo una estela de luz blanca cegadora. Otras veces había desfallecido para luego despertar sin recordar apenas nada. Lamentablemente, desde que consiguió localizarle y darle caza supo que su historia estaba llegando a su fin. Así debía ser y estaba preparada. Sólo esperaba alcanzar a reunir toda la fuerza que aún poseía para hacer sufrir a esa persona que durante mucho tiempo llamó padre.

Ahora ese hombre que tenía en aquél agujero con un fuerte olor a humedad solo era un necio que se había convertido en una sombra difusa del que fue. Demacrado y acabado. Huyendo de la justicia mágica y de la venganza de una pobre chiquilla que se convirtió en una mujer llena de odio. Pero Atheris por más que lo intentó jamás superó la guerra y las pérdidas que conllevó, consumiéndola en ceniza volátil que se arrastraba con el viento.

Suspiró arrastrando la manga de su camiseta fina por su nariz y limpió la sangre de un color escarlata brillante bruscamente. Había llegado el momento de reunir a su querido padre con un viejo conocido que merecía su sino en igual cuantía.

Ambos eran culpables de su pesar.

La sonrisa que la caracterizaba se formó en sus labios arrastrando la maldad hasta el brillo de sus ojos. Él comenzaba a temerla. Así lo descubrió cuando finalmente abrió la puerta y el hombre trató de hacerse un ovillo sin éxito por lo apretado de las cuerdas que lo apresaban.

—¿Me has echado de menos, Rookwood? —canturreó dulcemente mientras se sentaba sin pudor sobre las rodillas del hombre y acariciaba su cabello grasiento. Eso provocó que el mortífago se retorciera aún más en sus ataduras tratando de huir. Ninguna palabra dulce salía de entre los labios de Artheris sin traer como consecuencia otra vil tortura que llevaba años soportando—. Hoy luces muy bien. Me atrevería a apostar de que estás deseando saber porqué he venido a verte.

El hombre jadeó con dificultad un quejido, y su mirada se volvió húmeda. Atheris sabía que él la odiaba más que a nada, pero tenía miedo y eso alimentaba aún más su gran potencial para explotar al máximo la creatividad que poseía.

—Oh, no sufras querido —la chica fingió un puchero dejando temblar levemente su labio inferior, y rápidamente volvió a sonreír—. Realmente, te he traído un regalo.

Atheris chasqueó sus dedos en el aire frente a ellos y apareció aquél hombre que guardaba un gran parecido físico con ella, agonizante de dolor y tremendamente pálido por la sangre perdida, aún con el cuchillo clavado en el muslo y fuertemente atado.

—¡Qué maravilla! —gritó juntando sus manos y con un brillo de especial ilusión en su mirada—.¿No es asombroso que estemos todos juntos al fin?

La pregunta no tuvo respuesta. Rookwood hacía tiempo que parecía haber perdido esa capacidad, sobre todo desde que le cortó la lengua. Sí, quizás eso tenía que ver. Y su padre parecía muy ido, demasiado.

—Bah, qué aburridos sois —chistó y se levantó del regazo del mortífago para acercarse a Thorfinn y arrancarle el cuchillo de un solo tirón. El hombre dejó escapar un alarido y gruesas lágrimas recorrieron sus mejillas ya enrojecidas—. Yo que trataba de que esto fuera una hermosa reunión. ¡Como en los viejos tiempos en los que me arrastrábais a esas absurdas reuniones! —y, de pronto, su voz se tornó amarga y muy queda—. Me hicisteis presenciar tantas muertes...—negó un par de veces de forma rápida y volvió a sonreír de forma escalofriante—. ¡En fin! ¿Cómo decíais vosotros? Es el medio para un fin...

ATHERIS •|A Fred Weasley 's fanfic|•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora