ATHERIS •|A Fred Weasley 's fanfic|•

Capítulo 1

Capítulo 1

⟨  A C T U A L I D A D   |   A Ñ O    2 0 0 3  ⟩

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Después de tanto tiempo, por fin lo había conseguido.

Caminaba en círculos al rededor de la silla, observando bien la situación, sobre todo prestaba su atención en el hombre que estaba sentado en ella. Su cabeza estaba agachada, pero de todas formas no habría podido verle el rostro. Ella se lo había ocultado bajo un pequeño saco de rafia suave. Trataba de impedir que pudiera descubrir hacia dónde habían ido.

Las manos del hombre estaban atadas tras el respaldar de forma segura. Su varita, con la que jugaba entre sus manos mientras seguía analizando la escena girando a paso lento, nunca había fallado un hechizo, y un simple conjuro convocador de cuerdas no sería la excepción. No después de todo lo que había ocurrido, de todo por lo que había pasado y luchado.

Se agachó y se colocó de cuclillas justo cuando llegó al frente. El silencio era inquietante. Al menos lo era para la persona atada a la silla, pues sus piernas temblaban un poco.

Así lo quería ver ella. Quería oírle suplicar apelando a la piedad que la joven no pensaba tener. Quería transmitirle todo el dolor que ella llevaba como un peso sobre sus hombros que nunca desaparecía, no desde la batalla de Hogwarts en 1998.

Sabía que ella seguía viva sólo para cumplir ese último objetivo. Así funcionaba la magia.

—¿Qué quieres de mí? —jadeó con dificultad el prisionero. Su voz estaba quebrada y ella pensó que quizás era miedo. Nunca le había visto tener miedo.

Eso le hizo fruncir el ceño debido al desconcierto, pero enfureció al recordar porqué estaban en esa situación. Debía mantenerse serena para no caer en la tentación de abrazarse a los sentimentalismos.

—Sabes lo que quiero —respondió calmada—. Sabes porqué estás aquí.

El prisionero río. Eso la desconcertó aún más.—¿Venganza? —preguntó antes de chistar. Movió la cabeza de un lado a otro en señal de negación antes de volver a reír—. No te engañes a tí misma, Atheris. No serás capaz de hacerlo.

La rubia olvidó que debía serenarse y, embravecida, retiró el saco de la cabeza de su prisionero para jalarle del cabello.

—No sabes de lo que soy capaz —siseó. Su voz era como finas dagas afiladas—. No tienes de idea de todo lo que he hecho para llegar hasta conseguir tenerte así, frente a frente.

Atheris le soltó el pelo, no sin antes darle un tirón brusco, pero el prisionero no hizo ni una mueca.

—No vas a matarme. Te conozco mejor que nadie, Atheris. No tienes valor para hacerlo.

Ahora fue el turno de Atheris para reír. —Claro que voy a matarte —dijo de forma desquiciada—. Ver tu sangre derramada por el piso es lo único que me queda, es el motor de mi vida.

El prisionero identificó la llama que parecía resurgir en los ojos de Atheris. Sus palabras eran ciertas. Ella había esperado por mucho tiempo ese momento, y lo iba a disfrutar hasta el final. Se veía reflejado en la sonrisa sádica que la rubia mantenía en sus labios.

—Te ha costado cinco años encontrarme, Atheris —recordó el prisionero—. A veces he llegado a pensar que no tenías la motivación suficiente. Que tus amenazas provenían de palabras vacías.

Atheris reconocía el truco, y su sonrisa se ensanchó aún más. Quería provocarla para que su fin llegase rápido, pero ella no le daría ese placer.