Capítulo 6

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Capítulo 6

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⟨  A C T U A L I D A D   |   A Ñ O    2 0 0 3  ⟩

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Había comenzado a sangrar por la nariz esa misma tarde, mientras almorzaba, pues el encuentro de esa mañana la había dejado muy debilitada.

Ella se había sorprendido, de primeras, luego había tomado su varita y había atacado a Atheris antes de decir una palabra. Pero la maldición atravesó su cuerpo y rebotó en la pared de detrás, como si sólo fuese un reflejo, como si sólo fuese un ente.

—Yo también me alegro de verte —añadió tras mirar de soslayo la mancha negra que cubría la pared en el lugar donde había incidido el hechizo.

—¿Qué haces aquí? ¿cómo me has encontrado? ¿qué... qué eres?

Atheris notaba la respiración acelerada que estaba empeñada en disimular ante ella. Sin duda le habrían llegado los rumores de que eran firma suya todos los asesinatos de los mortífagos que en los últimos cinco años habían copado hasta la última portada de El Profeta.

—Sólo soy yo —respondió sin más con una malévola sonrisa—. En cambió si te refieres a porqué no puedes atacarme... Es más sencillo de lo que crees. No soy un fantasma de tu pasado que viene a torturarte, tú no estás en mi lista. Aunque sin duda tienes una suerte inmerecida, si quieres mi opinión, después de todos tus actos —recriminó y luego suspiró señalándose—. En fin, esto sólo es magia. Muy avanzada eso sí. Digamos que estoy, como decirlo... Estoy en tu mente, sí. Soy una especie de proyección. Yo quiero contactarme contigo y bum, a tu lado aparezco. Fácil de entender, ¿verdad?

—¿Qué es lo que quieres de mí, Atheris? Yo no lo hice. ¡No tuve nada que ver! ¡Ni siquiera estuve cerca! —gritó con miedo. A pesar de su intento fallido, seguía apuntando con la varita al frente de forma amenazante.

—Creía que ya te había dejado claro que no vengo a matarte. Más bien, vengo a avisarte.

—¿A avisarme? —preguntó incrédula alzando una ceja y con un rastro de burla en la comisura de su boca. Atheris siempre odió esa expresión. Parecía que el miedo inicial se había esfumado, le había sustituido una máscara fría—Demasiado sentimentalismo incluso para tí, niña —se burló.

—Oh, no lo hago por mí —reconoció con una sonrisa e introdució sus manos en los bolsillos delanteros de su pantalón, transmitiendo lo divertida que le parecía la situación adoptando esa postura—. Le pregunté si tenía algún deseo antes de su final. Conseciones que no he hecho por nadie, he de admitir. Pero, ¿sabes? —preguntó riéndose y desviando brevemente la mirada como si a ella misma le pareciese absurdo—. Es el vínculo de la familia.

—Lo haces por Thorfinn.

Atheris chistó e imitó estar pasando su dedo por aquél tocador que estaba a su lado, aunque realmente no podía tocarlo. Luego, volvió a poner la mano dentro de su bolsillo.

—Me pidió solamente una cosa y... —volvió a pausar para reírse—. Es extraño que esté totalmente de acuerdo con él. ¿Quieres saber que me pidió?

La mujer al frente asintió. Atheris la miró por última vez.

—Espero que te pudras lentamente, mamá.

Euphemia la miró con sorpresa inicial, pero para cuando Atheris desapareció de su vista como si nunca hubiese estado allí, la puerta de la habitación de hotel en la que llevaba escondiéndose casi un año se rompió en sus bruces dejando entrar a los aurores.

Euphemia viviría el resto de sus días en Azkaban. Sólo de imaginárselo le dejaba a Atheris un regusto agradable con el que se permitiría marchar en paz cuando, después de cinco años, al fin cumpliese su juramento.




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⟨ E N E R O    D E    1 9 9 8⟩


Llevaban sin verse, aproximadamente, como una semana. Fred no podía sorportarlo, solo con pensarlo ya le dolía. Pero, por otro lado, saberse tan lejos de ella cuando todavía tenía una oportunidad de estar juntos era aún peor.

Si alguien de su familia salía dañado de alguna forma, o incluso él mismo, Atheris estaba obligada a vengarse y luego morir. Si no lo hacía , igualmente moriría. Era la magia del juramento. Sólo había una forma de que saliese con vida, y era mantener a todos a salvo, pero hasta él sabía lo complicado que era eso. Un mínimo rasguño ya supondría un deber hacia ella.

Luego estaba, por supuesto, el peligro que corría ya por su propia cuenta Atheris permaneciendo en el bando equivocado de la ecuación, participando en cada lucha y misión que le encomendaban.

Para Fred sólo había una cosa clara, llegados a este punto de su reflexión; Atheris iba a morir. Lo que aún no había terminado de decidir era si mantenerse apartado era una buena idea para protegerse a sí mismo del dolor que supondría su pérdida, pues sabía que ya estaba completamente atrapado por ella.

Jamás se imaginó lo que sería amar a Atheris Rowle. Ni siquiera durante sus encuentros en Hogwarts. La amistad siempre fue el límite, la línea marcada con la frase de no traspasar. Pero lo hicieron igualmente, la cruzaron, y ahora debían vivir con ello. O, al menos para Atheris, disfrutar el tiempo que le quedaba con vida.

Fred estaba devastado. Él sería quién se quedaría con el dolor cuando todo acabase, tratando se sobrevivir cada día sin ella. No podía soportarlo. Sabía que esa situación sólo era culpa suya, su responsabilidad, pero no sabía como ponerle fin a la locura que cometió arrastrado por la ira.

Había consultado libros, a otros magos. Nadie sabía como romper un juramento inquebrantable. "Quizás de eso de debía el nombre" pensó Fred en cada ocasión que le recordaban que no podía salir de ese agujero en el que se había metido.

Alguien apoyó una mano sobre su hombro. La tienda estaba tranquila para ese momento y se permitió derrumbarse.

—Lo único que sé Fred, es que de estar en tu lugar querría quedarme a su lado hasta su último aliento —confesó y apretó el agarre que mantenía en su hombro antes de retirar la mano—. El amor es el acto de valentía más grande que se nos presenta en la vida. Se valiente, hermano.

Valiente. Se suponía que era una cualidad que él poseía, todos los Gryffindor lo tenían. Valor. Pero el no lo encontraba, él tenía miedo.

—Estoy aterrorizado, George. ¿Cómo seguir amándola si voy a perderla?

—Nadie dijo que los valientes no podían tener miedo. Es más, creo que es algo esencial. El miedo mantiene los pies en la tierra, Fred. Comprender que está en juego es lo más importante, es lo que diferencia la osadía de la vanidad.

Su hermano se alejó de él. Miró sus manos como si ahí se encontrase la respuesta, pero no la hallaba. No quería rebuscarla en su corazón, porque sabía que se movería por un impulso del que quizás luego se arrepentía.

Pero daba igual, todos los escenarios ficticios que pasaban por su mente tenían la misma conclusión. Se levantó con la decisión ya tomada y se apareció.

Ella estaba en la cocina. Preparaba té. Ese que Fred odiaba pero a ella le encantaba. Hacía poco que se había mudado de la casa de sus padres a ese pequeño apartamento que sólo había compartido con él.

—Me da igual si es solo un día, si es solo una hora. Quiero estar contigo, porque te amo, Ris.

 

ATHERIS •|A Fred Weasley 's fanfic|•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora