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Jeongin veía la televisión mientras ambos adultos hacían ejercicio. Seungmin detuvo su contabilidad mientras una idea pasaba por su cabeza y fue por el más pequeño, lo montó en la espalda del pelinegro.
— ¿A ver cuánto aguantas? — le sonrió.
—Tú serás el siguiente — le dijo con una especie de reclamo. — Está pesado—, se quejó — ¿Acaso te dimos de comer como si fueras un elefante?
—Vamos yo sé que tú puedes con eso y más— volvió a sonreír mientras empezaba a contar, después de treinta fue él el que se encontró haciendo sentadillas con el niño encima sonriendo y aplaudiendo.
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Ambos se miraban a los ojos mientras que sus manos se movían suavemente sobre la cabeza de Jeongin para tratar de dormirle. No sabían cómo había empezado, pero era una especie de batalla de miradas sin que esta fuera planeada, simplemente ninguno tenía el valor suficiente de apartar la vista del otro.
Cuando Jeongin dio síntomas de quedarse dormido ambos intentaron apartar su mano hasta rozarles, Hyunjin atrapó la de Seungmin con la suya.
—Perdón — pidió, pero fue incapaz de retirar su mano, Seungmin tampoco se quejó, la mano cálida sobre la suya se sentía tan bien, que sólo cerró los ojos e intentó quedarse dormido.
Hyunjin le siguió con sus manos aún sobre la otra.
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