5| Silencio

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Clay

Debo estar perdiendo la cabeza.

El alcohol y el insomnio deben estar pasándome la factura al fin porque, ¿qué mierda ha sido eso?

Lo vi por el rabillo del ojo. Vi el destello rojizo andando entre las tumbas hacia el camino de la salida oeste. Pero no es ella, ¿cierto? No puede ser ella.

Parpadeo unas cuantas veces, para estar seguro que no estoy perdiendo la razón, sin embargo, es la misma razón la que insiste en que Niza no tiene motivo para estar en este cementerio, a esta hora y este día. Sería demasiada coincidencia, una broma del destino demasiado cruel.

Sigo con la mirada la delgada silueta de la chica que se encoge cada vez más a medida que se aleja por el sendero. La contemplo caminar y es como si mi memoria gritara a mi lógica que se trata de Niza por la manera en que camina, la forma de su cuerpo y los rizos de fuego que caen sobre su espalda.

Niego y le doy la espalda por mi paz mental. Camino con los ojos clavados en el piso de tierra como si en él se encontrara la respuesta, pero aparto el pensamiento. No puedo permitir que mi cerebro idiota asocie a cada chica pelirroja con mi ex. Es una tontería y un signo de obsesión en el que no quiero caer porque me recuerda demasiado a Bryce.

Mi corazón se compunge como si estuviese atrapado entre dos paredes de concreto y sigo andando el trayecto hasta llegar a la colina donde se está la tumba de mi hermano con pasos de plomo y voluntad endeble.

Sofoco las ganas de dar la vuelta y huir, y a su vez, cada metro recorrido me sofoca a mí. Pero tengo que enfrentarlo. No puedo escapar de la verdad eternamente, por mucho que lo desee.

Continúo subiendo la colina con mis piernas pesando cada vez más. No por falta de condición o cansancio, sino porque la culpa y los recuerdos son una piedra demasiado pesada para cargar cuesta arriba.

Cuando llego a la tumba de Bryce, sólida y sombría, lo único que quiero es huir, porque la realidad es que no soy lo suficientemente fuerte aún para afrontarlo, ni lo he sido el último año y medio. ¿Cómo enfrentas la muerte de alguien que te daba la vida y la motivación para seguir?

Sin Bryce, sin sus recaídas, chistes agrios y humor negro parece que mi vida ha perdido su sentido por completo. Todo este tiempo desde que volvimos a estar juntos luego de la muerte de nuestros padres creí que mi tarea de vida era salvarlo para pagar el favor de haberme salvado a mí.

Pero no pude salvarlo de sí mismo, no pude salvarle la vida.

La tumba está sorpresivamente limpia, como si alguien hubiese estado aquí, pues todavía está húmeda por el agua y no hay maleza a su alrededor, a diferencia de otras lápidas que están rodeadas por plantas salvajes que crecen ocultándolas. Además, hay flores frescas llenando sus bases de cerámica: rosas, lilas y margaritas.

Margaritas.

—Incluso en tu muerte no dejas de burlarte de mí, ¿cierto?—digo a la jodida tumba, ilusamente esperando por una respuesta que jamás llega.

Esto es estúpido, me siento estúpido. Debería estar hablando con mi hermano, no con sus putas cenizas. El pensamiento me resulta ácido y hago una mueca. Quiero huir.

Esto es lo jodido sobre la muerte: no es la sorpresa y rapidez con la que llega, o la agonía y lentitud con la que avanza, es que simplemente está. Como una sombra inherente a nuestra existencia, la muerte es una presencia dolorosamente perenne que subyace a nuestra ausencia.

Es casi una ironía burlona cómo todo en nuestra vida es una incertidumbre constante, pero la muerte es la única certeza inflexible que poseemos.

Joder, quiero vomitar. Quiero correr colina abajo. Quiero gritar, gritar hasta que mis cuerdas vocales se desgarren, mi garganta se inflame y quede afónico sin aire. Quiero tirar abajo la maldita tumba y desenterrar con mis propias manos a Bryce para sacudir su puto cadáver y gritarle.

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⏰ Última actualización: 3 days ago ⏰

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Impasse [+18] [Libro 2 de la Bilogía Artes]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora