Capítulo 4: La cápsula

217 21 0
                                    

Tao y Yanfei encontraron otras formas de comunicarse, y Yanfei tuvo la brillante idea de que Tao dejara una cápsula del tiempo enterrada en algún lugar del patio trasero para que la encontrara.

Yanfei terminó de escribir el reporte del último caso revisado en su computadora y salió con una pala que había comprado recientemente. Tao le había dicho que la había colocado en la esquina cercana a la cerca de madera y esperaba que nadie lo hubiera sacado desde que lo colocaron. Con esta información, Yanfei comenzó a quitar la tierra. No era la más fuerte físicamente, pero persistió con cada puñalada de la pala en la tierra fría. Por el rabillo del ojo pudo ver que alguien la observaba. No le sorprende, debe ser extraño estar cavando un hoyo en tu patio trasero; debe parecer como si estuviera cavando una tumba para arrojar un cuerpo en ella. Yanfei se encogió de hombros hacia el chico, lo que, al parecer, lo impulsó a alejarse.

El hombre miró rápidamente en un cuaderno de bolsillo mientras se alejaba escribiendo algo en ella. Yanfei tenía miedo de que fueran notas sobre ella siendo sospechosa para informar a la policía. Habían pasado más de 15 minutos y Yanfei suspiró. Echó un vistazo a la pila de tierra en el suelo y negó con la cabeza. Alguien debió haber encontrado la cápsula antes que ella. Estaba a punto de palear la tierra en la que tanto había trabajado para cerrar el agujero cuando un rayo de luz alcanzó sus ojos. Allí, enterrado en el suelo, había una pizca de metal. Los ojos de Yanfei se agrandaron mientras corría hacia la pala de nuevo, hurgando en el suelo hasta que encontró un recipiente de metal con forma de pastilla. Tenía cinta adhesiva con la palabra "Fei" escrita.

Ni siquiera se molestó en volver a meter la tierra con la pala. Volvió corriendo a casa para limpiar el exterior del recipiente y entró arrastrándolos pies a su habitación. Justo a tiempo, el teléfono comenzó a sonar. Yanfei contestó animadamente – ¡Tao! ¡tengo tu cápsula!

Tao río dulcemente al escuchar el tono emocionado en la voz de Yanfei. – así que funcionó. Bueno, ábrelo, tengo curiosidad por cuánto tiempo sobrevivieron las cosas allí.

A Yanfei le tomó un tiempo abrir la cápsula, ya que el óxido creaba una especie de cerrojo entre las costuras, pero finalmente se abrió con tal fuerza que Yanfei se echó para atrás un poco con un notable quejido.

– ¿estás bien? – preguntó Tao preocupada al otro lado del teléfono.

Yanfei volvió a levantarse, limpiando suavemente sus muslos un poco sucios. – sí, muy bien.

Un par de cosas dentro de la cápsula se esparcieron por el piso debido a cómo se abrió. Yanfei tomó lo primero que vio. Lo miró con los ojos entrecerrados, – ¿pow-chew? – trató de leer el envoltorio.

– ¡sí! – respondió Tao con entusiasmo, – me encantan.

– ¿qué es esto? – se lo llevó a la nariz, percibiendo el aroma de caramelo podrido.

– es chicle, verifica la fecha de vencimiento. – le ordenó Tao.

El envoltorio tenía una mancha de tinta apenas visible que representaba la fecha de vencimiento. – 22 de agosto de 1971. – leyó en voz alta, – no puedo creer que esto nunca haya atraído a las hormigas.

Dejó los dulces encima de su escritorio y buscó algo más que encontró en el suelo. Era una roca de color rosado. – ¿es esto un cuarzo? – preguntó.

– sí, me gusta coleccionarlos. – admitió Tao. – te mandé mi favorito.

Al escuchar esto, Yanfei lo sostuvo con fuerza cerca de su pecho. – ¿por qué dármelo, entonces?

Tao yacía en su cama, dejando que sus discos se reprodujeran de fondo y mirando el papel tapiz de flores. "¿por qué dármelo, entonces?"; ¿cómo iba a responder a eso? Se lo dio a Yanfei porque quería que su persona favorita tuviera su cosa favorita, pero todo estaba tan mal. Se preocupaba por alguien que ni siquiera existía todavía.

Es decir, también se preocupaba por su mejor amigo, Xiao, pero no como lo hacía por Yanfei, alguien a quien nunca había conocido.

– ¿Tao? – murmuró Yanfei por el teléfono, trayéndola de nuevo hacia la realidad.

– oh, sí, supongo que no creo que lo necesite en el futuro. – mintió, mordiendo levemente la punta de su lengua.

– hm, está bien. – respondió Yanfei, sonaba como si estuviera luchando por recoger más artículos. En la cápsula había otras cosas como una vieja cinta de música y postales de varios miradores en Liyue. Después de un rato, Yanfei encontró un viejo bote y se lo acercó a los ojos. Lo abrió, estaba seco, agrietado y vencida; era pintura que ahora parecía de un rojo claro.

– ¿qué abriste? – preguntó Tao en voz baja.

– pintura rosa. – respondió Yanfei, metiendo el dedo y lo que vio le sorprendió. Su dedo rompió la capa dura y agrietada dejando a la vista una acuosa y conservada pintura rosada que estaba segura era el color original.

– estoy segura de que ahora debe verse fea, ¿verdad? – bromeó Tao, sin embargo, Yanfei seguía mirando su dedo cubierto de pintura.

– no. Es perfecto. – en ese momento Yanfei tuvo una idea. Derramó gran parte de la pintura en su mano y la extendió con un dedo.

– ¿estás ahí? ¿qué estás haciendo? – preguntó Tao, pero Yanfei se acercó a la pared de su dormitorio sin dar respuesta.

Echó un vistazo a la huella de la mano de Tao y, con un movimiento, colocó su mano cubierta de pintura junta a ella. La diferencia en el grosor de sus manos era interesante, junto con el detalle de que la huella de la mano de Tao era vieja y agrietada, mientras que la de Yanfei estaba limpia y fresca y aún tenía ese rosa brillante, contrastando con el débil tono rojizo de la huella de Tao. Yanfei tomó el teléfono con su mano limpia. – sí, estoy aquí.

– ¿qué hiciste?

Yanfei miró las dos huellas de manos unidas. – nada. – murmuró.

– oh. – murmuró Tao con un ápice de duda en su voz, – bueno, hay una cosa más ahí, pegada con cinta en el interior de la cápsula. Puedes mirarla, pero tendré que colgar.

– ¿por qué? –Respondió Yanfei.

– adiós, Fei, que tengas una linda noche. – y sin darle tiempo a Yanfei para exigir una explicación por su repentina huida, colgó.

Yanfei colgó el teléfono con un suspiro y revisó el interior del contenedor. Dentro había un trozo de papel, una polaroid. Era de Tao, aparentemente tomada por otra persona. Estaba sonriendo, con un hermoso cabello azabache sostenido en dos coletas y las puntas rojizas y unos hermosos ojos con flores de cerezo brillando en ellos. Sostenía un gato, probablemente su mascota, y estaba en el mismo dormitorio en el que estaba Yanfei en ese momento. Yanfei no pudo evitar pensar en que se veía hermosa. Somnolienta, sus ojos se cerraron mientras mantenía la foto cerca de su pecho. 

Flores de 1970 (YanTao)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora