capítulo 3: Amigas

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–... no puedo decirte mucho, ¿no es de ciencia ficción de conocimiento común que decirle a alguien demasiado del pasado arruinaría el futuro?

– supongo que tienes razón. – Tao suspiró, – bueno, ahora sé que me mudé, considerando que ahora vives en mi casa.

– ¿en serio? ¿eso es lo que te preocupa? ¿qué pasa con el asunto de "hablar con alguien del futuro"?

– ¡obviamente yo también estoy confundida! – mencionó rápidamente, Yanfei pudo notar el tono nervioso en su voz, – ¿cuántos años tienes?

– 24 – Yanfei no sabía por qué le estaba contando esto a una desconocida, pero su soledad y desesperación se apoderaron de ella.

– tengo 21 – respondió Tao sin dudarlo, Yanfei asumía que era una chica segura de sí misma.

Yanfei permitió que la curiosidad reemplazara su creciente ansiedad por el teléfono mágico. – ¿a qué te dedicas? – Tao río dulcemente entre dientes.

– trabajo en la funeraria de mi familia, así que, digamos que estoy acostumbrada a lidiar con la muerte, ¿y tú?

– ¿sé lidiar con la muerte? ¿o lo que hago para ganarme la vida?

– hm, ¿por qué no contestar las dos? Tengo tiempo.

Yanfei se recostó en su cama, mirando hacia el techo, – no creo saber lidiar con la muerte exactamente, además, gano la vida como abogada, no es algo que me tope todos los días de manera directa.

– ¿abogada? ¿qué clase de anticuado trabajo es ese?

Yanfei sonrió, incrédula de lo que había escuchado, – ¡te recuerdo que la anticuada aquí eres tú!

Sus tímpanos fueron invadidos por la intensa risa burlesca de la chica al otro lado del teléfono, – ¡de este lado sigo siendo más joven que tú, abogada anticuada! – bromeó Tao, logrando conseguir una audible risa por parte de Yanfei.

– bueno, debería irme, tengo que dormir. – escuchó el abucheo infantil de Tao al otro lado del teléfono. Por más divertido que fuera hablar con Tao, se estaba haciendo muy tarde y tenía varios casos que revisar.

– adiós, número equivocado. – se despidió Tao suavemente.

– adiós, anciana.

– ¡oye! Aún no soy una anciana– dijo Tao con voz risueña, antes de finalmente colgar.

Había pasado una semana desde que Tao y Yanfei empezaron a hablar, y no hace faltar decir que se habían vuelto muy buenas amigas. Yanfei había comenzado a almorzar en su habitación, esperando una llamada telefónica aproximadamente a la misma hora todos los días, y nuevamente con la cena por la noche. Hablaban de cualquier cosa y de todo, incluida su infancia y las cosas favoritas de su época. Tao le había hecho prometer a Yanfei que no la buscaría en el 2020, ni que trataría de saber más sobre ella buscando en Google (fuera lo que sea eso). Así que Yanfei cumplió su promesa y continuaron hablando como si la única distancia entre ellas fueran millas y no tiempo.

– es extraño, no podemos comunicarnos físicamente. Quiero decir, podemos, pero supongo que eres mayor. – dijo Yanfei, con una pequeña risa.

– tengo una idea – responde Tao después de un tiempo. Dejó el teléfono sobre su tocador y le dijo a Yanfei que volvería. Yanfei esperó pacientemente, contando las muchas flores en el tapiz de la pared, cuando escuchó la débil voz proveniente del teléfono nuevamente. – ¿cuál es tu idea? – preguntó, volviéndose de lado sobre la almohada.

– ve a la pared junto a la ventana– instó a Yanfei, esta soltó un quejido, indicando su cansancio, pero Tao insistió en que fuera. A regañadientes, se levantó y caminó hacia la pared junto a la ventana como Tao le había indicado.

– ¿ahora qué?

Tao estaba junto a la ventana. Las paredes donde estaba (en su línea temporal) eran mucho más nuevas e intactas que las de Yanfei. Había salido del cobertizo con un cubo de pintura de un rosado oscuro. Se sujetó el teléfono entre la mejilla y el hombro y abrió la lata de pintura.

– ¿Tao? ¿qué estás haciendo? – escuchó a Yanfei preguntar.

– sólo mira la pared. – respondió, mientras tomaba un pincel y aplicaba una fina capa de pintura en toda su mano. – ¿lista? – Yanfei suspiró.

– sí, aunque no sé exactamente para qué estoy lista.

Yanfei esperaba junto a la pared, tarareando disimuladamente. De repente, la pintura de cal comenzó a aparecer en la pared. Estaba apareciendo lentamente y un poco astillada y gastada, pero apareciendo de todos modos. – ¿Yanfei? ¿estás ahí? Espero que lo veas y que nadie lo borre después de que me mude.

Era la huella de su mano, de la mano de Tao; una huella que, ahora más oscura y tenue, parecía de un color rojizo muy suave, tal vez siendo rosa originalmente. Yanfei se quedó en silencio y distraídamente, casi por instinto, puso su propia mano sobre la huella de pintura, La mano de Tao parecía un poco más grande que la suya, un poco más delgada también.

– ¿Yanfei? – Gritó Tao, haciendo que Yanfei quitara su mano rápidamente de la huella.

– yo- sí, la veo

Tao se río entre dientes, maliciosamente. – ¿me tomaste de la mano, Fei? – preguntó.

– QU- YO-NO– Yanfei se atragantó con sus palabras, haciendo que Tao se echara a reír estruendosamente.

– cálmate, estoy bromeando. – Yanfei juraría que podía ver su burlona sonrisa, – me pregunto qué más podríamos intentar.

Yanfei se sentó en su cama, todavía mirando la huella de la mano pintada. – me pregunto por qué nunca me has visitado.

– ¿qué? – cuestionó Tao.

– ¿por qué tu yo del futuro no me ha visitado todavía desde que empezamos a hablar? Por ejemplo, porqué nunca viniste el 29 de julio para decirme que eres con quien estoy hablando. – reflexionó Yanfei con curiosidad.

– quizás estoy muerta – respondió Tao, medio en broma.

Yanfei odiaba ese pensamiento. Era posible, y luchó contra el impulso de buscarlo en Google y averiguar todo lo que pudiera sobre Tao; pero la única información que tenía era que había vivido aquí antes, y Tao no quería que Yanfei fuera a buscarla. Se dieron las buenas noches y Yanfei durmió de lado, mirando la huella rojiza de la mano en la pared. 

Flores de 1970 (YanTao)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora