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Tras haber terminado algunos asuntos pendientes, el moreno se dirigía al hogar del azulado. Ya había estacionado su auto y camino rápido a la entrada siendo muy bien recibido por la servidumbre.

Lo guiaron hasta donde se encontraba el azulado. Se encontraba en el jardín trasero recostado en una de las elegantes camillas de jardín acompañado de tan solo su radio.



– Señor Maurice. – llamó el moreno tras haber llegado.



El azulado volteó para verlo y luego dirigió su mirada hacia su mayordomo.



– Gracias, Bruce. – decía el azulado – Puedes dejarnos solos.

– Disculpen. – se dio la vuelta y se retiró de la zona.

– ¿Cómo estás? – preguntaba el moreno sentándose en la otra camilla – ¿Qué diagnóstico te dieron?

– Si fue una severa fractura. – respondía mirando el yeso que estaba en todo su pie y tobillo izquierdo – Tengo que estar seis meses en reposo... Y no volveré a correr nunca más.

– ¿Qué? ¿Jamás? – preguntaba muy sorprendido – Azul... Lo lamento tanto...

– Tranquilo... – sonreía levemente – Supongo que de alguna manera tenía que dejar el atletismo, ¿O no? – reía un poco – No es lo mismo a los 30 años.

– Sonic – llamaba algo serio –, ¿Qué fue lo que realmente pasó? No tenías nada con el que pudieras caerte.

– Quisiera decírtelo, pero la verdad es que no sé qué fue lo que pasó. – lo miraba – De la nada sentí algo en mis pies y ya solo me encontré en el suelo... Jake me distrajo.

– ¿De qué hablas?

– Ya sabes – rodeaba los ojos –, rivalidad entre competidores. Las típicas frases "Yo te ganaré", "No, yo seré el siguiente ganador." – imitaba diferentes voces y el moreno tan solo reía un poco – Supe que... Verena se preocupó demasiado, ¿Cómo está?

– Creo que ya está un poco mejor. – respondía – Ahora mismo está en sus clases y supongo que eso la mantiene distraída.

– ¿Quién es el enamorado de ella? – preguntaba con curiosidad.

– No lo sé.

– ¿Cómo que no lo sabes?

– No lo sé. – lo miraba – No es necesario que yo lo sepa. Se enteró de nosotros porque nos vio.

– Ya veré de quien se trata. – prometía – Algún día iré a su casa.

– ¿Crees poder ir alguna vez? – reía un poco – No existirá tal oportunidad.

– ¿Y la cena de compromiso? ¿No será en su casa?

– Será en la mía. – respondía – Hicimos ese pequeño cambio ayer cuando fui a dejarla a su casa. ¿Crees poder asistir? – lo miraba.

– Yo iré. – sonreía – Ahí podré averiguar quién es el amante.

– Y sigues con eso. – reían juntos.

















Mientras tanto, Verena se encontraba ya finalizando sus clases y no se había llevado el anillo de compromiso puesto a que no le resultaba necesario ponérselo estando aun en su propia casa. Sin embargo, lo que aun porta sin falta en sus días es aquel precioso collar que le fue regalado.



– Vanny, quiero preguntarte algo. – mencionó el gato acercándose.

– Claro, dime. – decía volteándolo a ver con mucha curiosidad.

Anillos Rojos ~ ShadonicDonde viven las historias. Descúbrelo ahora