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Finalmente la cena ha llegado, observándose a todos sentados alrededor de los alimentos —hechos con mucho cuidado y amor— que fueron colocados sobre la mesa. Un menú variado que han disfrutado entre sonrisas cálidas y charlas agradables que hacen muy amena la noche que se ha posado en la ciudad de Lenora.
Casi se puede sentir la alegría en el aire, la felicidad de los integrantes.
Joyce por ejemplo, ríe gratamente junto a la matriarca de la familia. Después de perder tanto en los últimos meses con Bob en aquel laboratorio donde, como todo un valiente héroe, se dispuso a realizar una misión que no tenía retorno. Sin olvidar a Hopper, quien también se sacrificó sin pensarlo en aquel sitio enemigo para salvar al pueblo y sus habitantes; dejando una cita pendiente.
Y no sólo fue la única abandonada, Once, la hija adoptiva del ex oficial de Hawkins, quien brevemente se quedó sin un padre otra vez. Al menos uno que realmente la quisiera como ser humano y no un objeto que usar para su beneficio. Ahora ya estaba a salvo.
Will fue otro que se sentía por fin de esa manera, lejos de ese lugar en el que fue capturado, del que trajo una parte para posteriormente ser controlado y tener esa conexión que permaneció en su memoria.
No sólo en la suya, su hermano Jonathan recuerda la sensación de desesperación e impotencia por descuidar de él, el tener que ver cómo perdía su esencia por culpa de ese ente. Sin embargo, de no ser por la situación, tampoco hubiera tenido la oportunidad de estar junto a su amor imposible de la chica Wheeler.
Uno que era igual de ❝imposible❞ cómo 𝐁𝐢𝐥𝐥𝐲 𝐇𝐚𝐫𝐠𝐫𝐨𝐯𝐞 y 𝐅ë𝐚𝐧𝐨𝐫 𝐈𝐯𝐞𝐫𝐬.
Pero, a pesar de las primeras impresiones que se tuvieron, aún con los malentendidos que se dieron, su amor floreció. Uno que aumentó con la adversidad de las trágicas circunstancias de lucha constante por mantenerse con vida. Peleando contra el monstruo que quería acabar con ellos y hacerlos dañarse el uno al otro, acabando desde adentro. Más no pudo, su relación los hizo fuertes, soportar la tempestad ignoró los obstáculos.
Se aman tanto que jamás se les podrá separar.
Eso suponen ellos, riendo sin medida porque pueden estar tranquilos y sin peligro de ser atacados por gente del gobierno —nación enemiga o amiga— ya que desconocían su localización. Ni tampoco ser sorprendidos por el azotamentes junto a sus bestias que derrotaron en ese centro comercial.
Mucho menos lidiar con el mal carácter de un padre que te hace sentir menos, en el caso del rubio, que ya está feliz de no oír sus reclamos, sus objeciones por cualquier ámbito de su vida. A excepción de uno que otro mal recuerdo y pesadilla, iban superando las desgracias que los habían invadido por tanto tiempo a cada uno de nuestros héroes.
