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Calidez. Una pacífica calidez.
Las luces eran tenues, debido a que sólo era el sol opacado por las nubes adentrándose entre las marrones cortinas de la habitación de Aziraphale en el segundo piso del Soho. Era una cama algo grande pero para una sola persona, por suerte ambos caían a la perfección, en especial estando acurrucados como lo estaban ahora.
Había un exquisito silencio, aunque de vez en cuando se oía una que otra bocina de algún auto o camión en la calle de afuera. Pero dentro de la casa de Aziraphale, se estaba bastante tranquilo. Crowley estaba bastante cómodo.
Se encontraba despierto, los dos lo estaban de hecho, aunque Aziraphale mantenía los ojos cerrados, mientras que Crowley oía la respiración del mayor. Se sentía nervioso, podía oír los latidos de su propio corazón, y sintió que este iba a explotar cuando sintió a Aziraphale removerse para pasar sus manos sobre sus mejillas.
- ¿Estás bien, querido?
- Sí... Por supuesto... - Apegó su mejilla a la mano de Aziraphale.
El albino sonrió, acariciando sus mejillas con delicadeza, ladeando la cabeza mientras alzaba la carita del menor.
- Crowley, mírame, por favor.
El menor obedeció, alzando su mirada para observar a Aziraphale sonreirle con ternura.
- Ahí estás... Mira que lindos son esos ojos tuyos - Aziraphale rió bajito, hablándole con voz suave -. Eres realmente lindo.
Crowley desvió la mirada, sujetando las muñecas de Aziraphale.
- Basta. - Soltó.
- ¿Por qué?
- Me pones realmente nervioso...
Aziraphale rió, Crowley sonrió de vuelta.
- Hablo en serio, Aziraphale, no sé cómo lo haces.
- Simplemente demuestro que te quiero.
Crowley se giró, dándole la espalda, pero eso no evitó que su corazón dejara de emocionarse, puesto que a Aziraphale aún con una sonrisa en su rostro, abrazó la cintura del pelirrojo y se apegó a él, colocando su cara en su cuello.
- Se siente bien estar así contigo.
- Es verdad... - Murmuró Crowley.
- Solos tú y yo sin nadie que nos moleste.
- La gente jode mucho, ¿no tienen mejores cosas que hacer?
- La gente se preocupa demasiado por cosas muy egoístas...
Crowley entrelazó sus dedos con los de Aziraphale.
- ¿Cuándo vuelves al trabajo?
- Sólo me queda este fin de semana...
- ¿Te gustaría salir conmigo?
Aziraphale sintió un revoloteo en su corazón.
- ¿Dónde?
- Podríamos ir a pasear. Hay muchos lugares bonitos aquí en Londres... un restaurante... el Ritz por ejemplo, tengo dinero de todas formas... o sólo quedarnos en casa a ver una película...
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Mon Ange, Sauve Moi
Fiksi PenggemarÁngel mío, sálvame... Se repite una y otra vez. Las plegarias a Dios se repiten todas las noches, y el Ángel guardián se mantiene a su lado. Entonces, si está tan bendecido, ¿por qué todos lo relacionan con la oscuridad? Anthony... Eres un maldito...