Vox ladeó el rostro ante la cegadora y tan sincera emoción que hacía brillar los inocentes ojos frente a él.
— ¿Podría repetir eso?
Charlie se balanceó sobre sus pies, lucía como una joven Ingrid Bergman en uno de sus papeles de iluminación divina. Dulce y celestial, llena de pureza. Una imagen tan extraña en el Infierno que parecía estar fuera de lugar. Vox esperó pacientemente a que ella se reorganizada. En realidad, se sintió honrado con que Charlie considerase que bombardearlo con ideas no sería la mejor opción.
Él se entretuvo recordando el número musical que Charlie había hecho cuando abrió oficialmente el hotel. Ese tipo de talento podría ser usado dentro del cine. Los musicales siempre estarían de moda cuando la gente menos lo esperase. Una reinterpretación de Anastasia podría servir. Tal vez, como Ingrid Bergman, Charlie podría ganarse los corazones de sus renegados súbditos al interpretar el papel de un una doncella que la gente la consideraba una traidora y por ende debía ganarse el amor de los suyos.
— ¿Quieres tener una habitación aquí? —Charlie repitió y sonrió tímidamente— Llevas viniendo por semanas y eres una buena influencia para Alastor. Tal vez...
Oh, pero tan ingenua criatura.
Y algo ofensiva si lo consideraba una buena influencia.
— No estoy interesado en la redención, alteza. —Vox explicó, proyectando una expresión amable que ocultase sus verdaderos sentimientos— Tengo todo lo que quisiera aquí. —O casi todo— Y puedo presenciar los avances del mundo. Arte, tecnología y la misma sociedad... Nada se escapa de mi alcance y hay tantas cosas nuevas. —Su mirada fue más genuina, llena de avaricia y diversión— Hasta podemos poseer nuevas o diferentes palabras, alteza, palabras que antes no existían y ahora aclaran tantas cosas... No me perdería el futuro por nada.
Charlier se abrazó a sí misma, confundida y decaída.
— Aun así, le deseo lo mejor. —Vox puntuó porque era importante mantener a la realeza contenta.
— Pero...
— Realmente admiro lo que hace. —Vox mintió y exageró, pero recuperó el brillo en esos ojos inocentes— Intentar lo aparentemente imposible es lo que nos trajo tantas cosas magníficas. No tendríamos aviones, inteligencia artificial o ciencia ficción si no fuese porque alguien intentó lo que otros creyeron que era absurdo.
La princesa bajó sus hombros. Vox podía reconocer esa sensación de abandono. Él había experimentado lo mismo en vida. Un hermano que fácilmente podía ser su padre y que esperaba de él aspiraciones realistas. Un gemelo con exactamente ese tipo de aspiraciones complacientes. Esas variables solo lo hacían brillar como absurdos los sueños de Vox de querer entrar en el negocio del espectáculo y las grandes pantallas. Pero Charlie iba a necesitar ser fuerte si iba a luchar contra lo que su familia y la gente esperaba de ella.
Así que le lanzón un hueso.
Porque si en algún momento Charlie se volvía importante, bien vendría recordarle que Vox creyó en ella.
— Pero tal vez debería extender su propuesta a los nuevos. —Vox propuso, notando cómo la sonrisa volvía a la princesa— Hay pecadores que llegan aquí por un simple error y quisieran ir al Cielo. Esa debería ser su audiencia objetivo. No viejas almas como la mía que han vuelto del Infierno su paraíso.
Charlie asintió, haciendo un pequeño sonidito de emoción. Oh, si ella fuese una pecadora... Esa desesperación por guía parental la haría víctima perfecta para un contrato. Además, con sus habilidades de canto y baile, Vox ya hubiese conseguido de ella su alma por la eternidad.
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Let me give you freedom
Fanfiction«Hazbin Hotel» [Alastor/Angel Dust/Vox] «RadioTvDust» Fue Valentino quien lo arrojó a los brazos de Ángel. Literalmente. Valentino lo hizo con desdén. Y fue tan irónico. Lo que comenzó como un acto de humillación se convirtió en lo más hermoso que...