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El cumpleaños de Lisa Marie culminó excelente, cayó profundamente dormida al cabo de las diez de la noche, y no solo ella a decir verdad, todos estaban cansados después de un día agitado.
— Te nombro a ti, Princesa de Graceland — Pronunció la pequeña rubía colocándole una de sus nuevas tiaras a Constanza, Lisa era muy consentida por todos, y uno de sus regalos más impresionantes fueron dos tiaras de fantasía, pero perfectamente vistosas.
Ella amaba jugar a ser una reina e imaginar que Graceland era su enorme castigo lujoso, y ahora la siguiente en la línea de sucesión al trono en su mundo imaginario era Constanza.
— Es un honor su majestad Lisa Marie, por darme este título — Afirmó Hawke dando una reverencia frente a Lisa, está desfilaba uno de los vestidos que le había regalado la jóven y en su cabecita yacía su otra tiara.
La tiara de Lisa tenía detalles con perlas en los lugares adecuados, brillante y grande, en cambio la tiara de Constanza era más pequeña con piedras azules, asemejando diamantes, lindos a la vista.
Ambas jugaban en la sala de la casa, bailando, tomando el té, comiendo unas galletas que la misma Hawke había preparado para la merienda, muñecas, juguetes.
Era el último día de Lisa Marie en Graceland y Constanza quería pasar el rato con ella, no la volvería a ver por algunas semanas dado a qué regresaría con su madre a California.
— Que tenemos aquí — Apreció Elvis presenciando la escena, sus chicas con tiaras, una vajilla de juguete y brillo, mucho brillo.
— Queenie es la nueva princesa de Graceland — Le dijo Lisa sonriente, Presley esbozó una sonrisa mirando a Constanza, que le devolvió la mirada con una sonrisita ajustando la tiara en su cabeza.
— Ese es su título de nacimiento, Amor — Tomo asiento en uno de los muebles frente a ellas, La castaña se rió por el halago. Elvis siempre sabía cómo sacarle una sonrisa.
— ¡Y tú eres el Rey! — Expresó la niña conociendo ese mítico apodo que caracterizaba a su padre, Elvis y Constanza rieron por la alegría de la niña al decirlo.
— El único —Dijo la joven levantándose del suelo dónde estaba junto a Lisa, caminando hasta tomar asiento en el regazo de Presley — E inigualable.
Este la miró con ojos soñadores posando su mano en la pierna de la jóven, le dió un leve apretón en el muslo mientras compartían una mirada complice.
