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─── “Esta noche se realizará el baile anual de la Rosa, evento creado por Su Alteza Serenísima, Grace de Mónaco, princesa consorte de la nación”.
El sonido de la radio llenaba la cocina mientras el día daba su inicio, Mary Jenkins, cocinera de Graceland se encargaba del desayuno como lo hacía habitualmente, a sus espaldas en el mesón sentada, tenía una compañera que escuchaba aburrida la radio.
Princesa Consorte, al escuchar esa última palabra sintió una extraña sensación de incomodad en su pecho, recordando como la habían insultado con esa palabra, diablos, incluso escuchar la palabra Princesa de alguien que no sea de Jerry o el mismo Elvis le resultaba muy incómodo.
Suspiró sintiendo que no estaba del todo activa, su típico humor mañanero no estaba presente hoy.
─── ¿Pasá algo señorita Hawke? ─── Preguntó Mary sirviendo un poco de café para la castaña, dejándolo caliente frente a ella.
─── No Mary, solo que estoy empezando el día con el pie izquierdo supongo ─── Respondió tomando de su taza, el café prácticamente ardía en su garganta y aún si no se molestó en dejarlo reposar un rato para que se enfríe.
A la cocina se aparecen Schilling y Presley riendo entre sí, Constanza vió a su pareja y no pudo quitarle los ojos de encima, al contrario que ella.
Elvis lucía radiante y activo, vestido de punta en blanco y peinado con solo la dedicación que el le ponía a su cabello, se veía como un auténtico Rey en su punto más deseable.
─── ¿Tú mamá no te enseño a mirar con discreción, Constanza? ─── Río Jerry pasando su mano por el cabello de la jóven para molestarla, está solo atino a acomodar su cabello mientras chasqueaba la lengua.
─── Ay, Déjame ─── Le dijo frunciendo levemente el ceño de sus cejas, pero creía sentir el calor subir por sus mejillas al escuchar a Elvis reírse también.
El hombre de cabello azabache se acercó a ella besando la sien izquierda de Hawke repetidas veces, rodeándola con sus brazos cariñosamente, la colonia de Presley se impregnó en su vestimenta y recorrió su cuerpo con ese olor exquisito, la calidez del cuerpo de su amado le ayuda a quitar ese ceño fruncido de su rostro.
─── ¿Hoy no te sientes bien, Cielo? — Preguntó el mayor sin dejar de rodear a la jóven castaña con sus brazos ─── ¿Quieres matar a Jerry antes de irte?
─── Lo estoy considerando ─── Respondió a su última pregunta, tomando un trago más de su café, Schilling solo río desde donde estaba poniendo su mano en la cintura ─── Y estoy bien, solo que no estoy de buen humor.
