Dos toques en la puerta de la oficina de su padre lo sacaron de su sueño. Inspiró profundamente en tanto abría los ojos con pesadez.
Ganó un poco de consciencia antes de darse cuenta de que su mano derecha permanecía aferrada a una botella de whisky, que sin advertirlo se acabó la noche anterior.
Se irguió llevándose una hoja de papel pegada a su mejilla. Se la quitó de un tirón y se talló la cara con ambas manos.
El sitio estaba oscuro. Apenas atisbaba el escritorio frente suyo. Frunció el ceño. Estar sobrio era lo que menos le apetecía.
La noche anterior, el joven Eustass se había quedado bebiendo hasta perder el conocimiento en el sillón reclinable de su difunto padre. No lograba asimilar la pérdida del mencionado y mucho menos la ausencia de su madre.
¿Quién podría soportar bien el hecho de que sus padres murieran en un accidente? No importaba si se trataba de un niño o de un hombre en sus tiernos veintes.
El antedicho se había sumido en su dolor, amargura e impotencia. Otra vez. Otra vez tenía que pasar por esa maldita situación.
Él era consciente de que el morir formaba parte del ciclo de la vida, pero no podía aceptar que —en el caso de sus progenitores— todo hubiese acabado de esa manera.
No solo sufría lo presente, también lidiaba con esa vieja herida que nunca cerraba en su pecho, y que, parecía más fresca que nunca.
—Kid, ¿puedo pasar? —preguntó alguien detrás de la puerta después de tocar nuevamente con los nudillos de los dedos.
El sobredicho conocía bien esa voz. Era Akir McLeod, su tío.
—¿Qué quieres? —gruñó de mala gana.
—Debes salir de tu encierro, hijo —le pidió, con un tono de voz que denotaba consternación—. Han pasado dos semanas desde que...
—Solo vete —dijo restregándose la cara. Nunca fue una persona paciente, y menos lo sería en ese instante.
—Sé que estás pasando por un mal momento, pero la vida sigue y tienes que...
—¡Cuando quiera una maldita charla psicológica te lo haré saber, McLeod!
Kid colocó los codos juntos sobre el escritorio y encajó el rostro en ellos en tanto se presionaba la parte posterior de la cabeza.
Su arrebato le costó el cruel recordatorio de sus acumulados días de ebriedad con una resaca que le pasaba una gran factura.
Le daba igual. Iría por más botellas. A fin de cuentas, podría morir intoxicado antes de acabarse la reserva personal de su papá.
Entretanto, Akir suspiró con desánimo. Fijó sus ojos azules en la punta de sus relucientes zapatos negros pensando en qué podía hacer o decir para ayudar al chico. Las palabras nunca fueron su fuerte y tratar con jóvenes tampoco se le daba bien.
En qué lío se había metido... Todo fuera por amor a su difunta hermanastra y al mocoso que acababa de echarlo sin consideración alguna. Como si él no estuviera sufriendo de igual modo.
Negó con la cabeza puesto que se dijo que cada persona sobrellevaba las cargas de forma distinta, y que por mucho que apreciara a su cuñado y a su hermana, su sentir no se comparaba con el de Kid.
Se prometió ser fuerte no solo por él mismo, sino también por el sobredicho y el personal que mantenía en pie esa morada.
—De acuerdo —convino Akir, como si esperara que la petición fuese hecha alguna vez.
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NOTITAS PARA KID ━━ [En curso]《52》
FanfictionEl amor siempre estuvo ahí, tan cerca y tan lejos..., tan ajeno; sin embargo muy entregado. No importaron los giros que dio la vida; lo que una vez fue nunca dejó de ser a pesar del recuento de los daños y los sacrificios hechos en el silencio de l...