Prólogo

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Sus ojos vacíos se mantenían fijos en el azul del fondo de la piscina. Ni siquiera se enteraba de que el pequeño vaso de cristal que se hubo de servir con whisky escocés ya se había mezclado con lo que antes fueron dos cubos de hielo.

Su mente residía en días del ayer y en ese doloroso «¿qué habría pasado si...?»

No conseguía deshacerse de esos males que con más intensidad lo atormentaban en el silencio de la noche.

A pesar de las apariencias, no podía avanzar; y tenía muy claro que jamás podría si ni siquiera lograba sacarse de la cabeza el rostro de la chica que lloró...

Pensaba en que daría todo por hacer lo imposible, porque estaba consciente de que nada podría cambiar lo que ya estaba hecho, mucho menos si se trataba de un fantasma.

Su pecho dolía cargado por la culpa que nació ese día, cuando fue a buscarla y la madre de ésta atendió la puerta de mala gana. Ella tan solo abrió para exigirle que se marchara puesto que lo responsabilizó de la muerte de su hija.

Como era lo usual cada vez que se hallaba totalmente solo, comenzó a imaginarse cómo habría sonado la voz de la autora de las interminables líneas de sufrimiento añadidas al libro de su vida, mientras pronunciase cada palabra escrita en la primer nota que le dejó: «Eustass Kid... el nombre que más me gusta».

No podía dejar de preguntarse: ¿habría sonreído cuando cada letra era trazada? ¿Qué sintió? ¿Qué tanto albergaba el pequeño pecho de la joven para con él hasta entonces? ¿Por qué se fijó en él?

Ahora  odiaba su propia identidad a causa de ello. Era el eterno recordatorio del asesino de quien nunca supo que amó hasta que fue demasiado tarde.

Su compungido corazón no dejaba de gritarle que, si ella hubiese puesto sus anhelos en otro chico, en alguien que fuese merecedor de su amor, a lo mejor continuaría con vida e iluminando al mundo con esa sonrisa que lo enamoró.

Tal vez, hubiese sido para bien, aunque de no haberla conocido todavía sería quien solía.

Negó con la cabeza. Pensaba que nada en relación a su persona importaba. Solo deseaba lo que nunca podría ser.

Soportar el peso de su inherente existencia se había convertido en su propio infierno, uno creado y ambientado especialmente para él.

Su semblante se abatió mientras se abandonaba ante el hecho de que jamás podría dejarla atrás, y que no existía nada que pudiera resarcir su más grande error.

Hasta ese punto, en la tragedia que componían sus cortos años, ya había conseguido cada cosa que se propuso. Bueno, era mejor decir que no hubo nada que no se le fuese concedido desde el día de su nacimiento; no obstante daría todo cuanto poseía sin pensarlo dos veces solo por volver a verla aunque fuese una vez más.

 Bueno, era mejor decir que no hubo nada que no se le fuese concedido desde el día de su nacimiento; no obstante daría todo cuanto poseía sin pensarlo dos veces solo por volver a verla aunque fuese una vez más

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NOTITAS PARA KID ━━ [En curso]《52》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora