Capítulo dos: Inconcluso

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—¿Estás cansado, amigo? —le preguntó Kid a su caballo, Punk.

Lo montaba yendo despacio cuesta abajo por la vereda de piedra plana.

Kid había estado sentado observando el verdor del paisaje en la lejanía mientras su mente retrocedía en el tiempo. El sitio que acababa de abandonar fue exactamente donde hizo muchas de las memorias que nunca podría desechar en el olvido.

Si bien era cierto, a Kid le resultaba muy doloroso el hecho de morar en un pasado que jamás sería tal cosa, porque en sí, era aquello que lo mantenía en pie muy a pesar de la contradicción de su predicamento.

Esa tarde, estando allá en la cima de la colina, se puso a meditar en todos los esfuerzos que su tío Akir hacía para animarlo, al igual que Blaine y el resto del personal en el castillo. Notaba lo mucho que todos lo apreciaban a pesar de que casi no les había visitado en los últimos años desde que se fue a Inglaterra a estudiar, por esto, decidió poner de su parte para abandonar su encierro en los días pasados.

Había estado saliendo a dar paseos largos con Punk desde que volvió a montarlo. Su objetivo siempre era intentar despejar su mente de todo aquello que lo saturaba, pero en cada puesta de sol, en cada lago, en cualquier paisaje, donde fuese que posara su vista..., siempre la encontraba a ella.

Sus padres nunca cesaban de ocupar un lugar muy importante en sus pensamientos, y, también rememoraba a su amigo con mucho aprecio, pero a ella; a esa mujer no lograba encasillarla en el pasillo de los recuerdos. Abarcaba su presente, como si nunca se hubiese ido, como si estuviese literalmente ahí a su lado.

Le atribuyó la extraña sensación al hecho de que su corta historia de amor frustrado se había quedado en un punto donde ni siquiera la especulación ejercía mucha influencia, ya que todo se quedaba en la frontera de lo inconcluso.

Inspiró llenando sus pulmones con la frescura del aire, y sacudió la cabeza. Ya no quería pensar, pero forzarse a parar de hacerlo le resultaba inconcebible.

Kid sufría llevando a cuestas el yugo inherente de su propio ser, mientras se aferraba a todo lo que no podía ni quería dejar atrás. Era como si se negara a desmoronarse a pesar de caerse a pedazos, al tiempo que sujetaba con ambos brazos aquello que hacía que sus pies se hundieran en las arenas movedizas de su inestabilidad emocional.

Sabía que debía esforzarse por continuar, más aún si tomaba en cuenta que —tal como su tío Akir McLeod se lo dijo—, sus padres y aquella mujer no tolerarían verlo tal cual.

Se contradecía entre lo que quería y lo que necesitaba; entre lo que no lograba dejar atrás y lo que anhelaba mantener presente. No distinguía diferencia alguna en la balanza del olvido y la resignación, porque sentía que lo primero era impensable y lo segundo una traición.

Tenía que encontrar el modo de coexistir con lo que era, lo que fue, y con lo que nunca sería..., lo sabía bien; sin embargo no conseguía imaginarse yendo por un sendero distinto al que habría deseado.

Se sentía desorientado, como si se desviara de lo que se suponía que debía ser después de que hubiese echado un vistazo a lo nunca escrito en las páginas que al libro de su vida le faltaban.

Habría deseado escribir su historia con ella... Pero esto lo supo cuando era demasiado tarde.

Tiró con suavidad de las riendas de Punk y se bajó de él. Le acarició las orejas y sonrió notando con mucho agrado que el caballo se dejaba hacer. Llegó a preocuparle que éste lo hubiese olvidado.

Miró el camino que había recorrido hasta ese punto allá en la cima. Se tornó algo serio y comenzó a recordar que a poca distancia de ese sitio se localizaba aquel lugar, donde fue a acampar por primera vez con la chica que llevó de vacaciones antes de que todo se fuera al caño.

NOTITAS PARA KID ━━ [En curso]《52》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora