Capítulo ocho: Míos

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Las coquetas miradas de algunas mujeres que salían del vestíbulo del hotel se posaron sobre el alto, blanco y fornido pelirrojo que con porte varonil se bajaba del Uber Family

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Las coquetas miradas de algunas mujeres que salían del vestíbulo del hotel se posaron sobre el alto, blanco y fornido pelirrojo que con porte varonil se bajaba del Uber Family. Y desde luego que esto fue notado por él.

Si las circunstancias hubiesen sido distintas, Eustass Kid habría sonreído de medio lado, más que dispuesto a probar su buena suerte con las féminas.

Le parecía muy evidente que a ellas les atraía lo que tenían ante sus ojos. Claro, por eso varias, y sin disimulo alguno, le pasaban el escáner visual de pies a cabeza.

Eustass Kid usaba sus lentes de sol Versace de montura negra, tono compartido con su cazadora de piel en cuya espalda ostentaba el majestuoso rostro de un tigre; botas a estilo militar cuyas agujetas se había dejado sueltas, y los tejanos ajustados a sus atléticas piernas. La impoluta camisa de algodón era lo único blanco en su atuendo, cosa que tampoco dejaba mucho a la imaginación, ya que el abdomen se le remarcaba debajo de la tela.

Como siempre era el caso, Kid notó que había llamado mucho la atención. Aunque en esta ocasión poco le importaba el hecho, dado que su mente estaba enfocada en otras cosas.

La gente iba y venía de distintas direcciones, así como también los automóviles llegaban y eran recibidos por algún valet, en tanto otros eran entregados a su respectivo dueño si el tal ya se marchaba.

Eustass Kid rodeó el auto para abrir la puerta y así retirar los arneses que sujetaban a los bebés en el sistema de retención.

Ambos niños se despertaron tornándose inquietos cuando el desconocido de lentes oscuros volvía a cogerlos en sus brazos.

—Señor Eustass, ha sido un placer —declaró Ernesto, que cerraba la tapa del portaequipajes. Acababa de sacar la maleta de ruedas sujetándola por el agarradero—. Cuídese, y cuide mucho de los pequeños.

—Muchas gracias —murmuró Kid. Recordó que Ernesto fue de gran ayuda para que los niños dejaran de llorar, aunque fuese un rato, antes de que reanudaran el ejercicio pulmonar hasta que se quedaron dormidos a medio camino. Y él, en verdad estaba agradecido por la exagerada paciencia y el buen humor que el hombre demostró durante todo el trayecto.

Desde luego, le dio una buena propina y también le otorgó la puntuación máxima por el excelente servicio.

—Nos vemos —murmuró Ernesto, sonriente, antes de alejarse para subir a su automóvil y así marcharse.

Kid asintió a manera de respuesta. Posteriormente suspiró, ceñudo, mirando a un mellizo y al otro después. Bien, había llegado al hotel. Y ahora... ¿qué se suponía que un recién descubierto padre haría con sus dos bebés llorones?

—Qué lindos —comentó enternecida, una hermosa, alta y esbelta rubia que esperaba ser recogida por su Uber. Mantenía su maleta negra de viajero junto a su pierna derecha.

NOTITAS PARA KID ━━ [En curso]《52》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora