Capítulo cinco: Dile la verdad

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Las nubes espesas y refulgentes debido a la posición del sol cubrían la vista del posible paisaje que Kid no lograba contemplar desde las alturas.

Se sentía un poco somnoliento y también desorientado debido al cambio de la zona horaria. Para su cerebro eran casi las doce de la medianoche, pero el tenue sol de Texas lo ataba a las cuatro de la tarde.

—¿Más whisky, señor Eustass? —le preguntó la amable auxiliar de vuelo a cargo de atenderle a él, y a su tío Akir.

La placa metálica de color dorado en la chaqueta negra de la linda y esbelta morena la presentaba con el nombre de Rhonda Williams.

—No, gracias —dijo algo sonriente. Un poco de alcohol en su organismo hizo maravillas poniéndolo de muy buen humor—. Estoy bien por el momento. ¿Dentro de cuánto tiempo aterrizaremos?

—Cuarenta y cinco minutos, señor Eustass.

Kid dejó de darle su atención a la blanca sonrisa de la joven en ese momento, ya que Akir se sentó en el sillón de piel de color blanco frente a él.

—¿Qué sucede, idiota? Luces pálido —comentó Kid.

—¿Desea que le prepare algo de beber, señor McLeod? —preguntó Rhonda.

—Whisky. Seco —dijo, antes de tragar saliva. Le pareció que la garganta se le había cerrado y que el corazón todavía le galopaba con fuerza en el pecho.

—Desde luego, señor. Regresaré en un momento. Con permiso —Rhonda se alejó después de asentir ligeramente sonriendo con amabilidad.

—¿Todo bien? —insistió Kid.

—De... —Akir aclaró la garganta—. Desde luego.

—De acuerdo —canturreó Kid en tanto lo observaba con escepticismo.

Akir intentaba guardar la compostura, pero la información que Carter acababa de revelarle no era algo que pudiese digerir de un momento a otro.

Se preguntaba: ¿Cómo tomaría Kid el hallazgo? No lo sabía, y ahora, se sentía realmente mal por haber esperado tanto para propiciar que éste tuviese la oportunidad de recoger las piezas que le faltaban al rompecabezas de su vida.

Si bien era cierto, la estricta política de Carter consistía en dar personalmente un informe detallado sobre cada caso investigado, pero Akir le insistió tanto en que lo iluminara sobre lo descubierto para saber un poco acerca de lo que se enfrentaría una vez que pusiera pie en suelo texano, que éste acabó cediendo en nombre de una amistad que había perdurado durante décadas.

Ahora, Akir se maldecía por haber tardado tanto en esa pugna sobre si decirle o no a su sobrino sobre todo lo que ignoró durante un par de años. A la vez, se disculpaba porque no tenía idea de lo que Carter le develó minutos atrás.

«Por eso te dije que te apresuraras a encontrarte conmigo, idiota». Le resonaba en la cabeza el reproche del otro.

—Oye, Kid —murmuró dubitativo—. ¿Qué sucedió con la chica, Uma? ¿Te ha marcado al móvil? Dijo que tenía algo que darte.

—Ah, sí, me ha estado llamando y enviando mensajes de texto diciendo que desea que nos encontremos, pero, no me apetece responderle.

—¿Por qué no?

—Porque estoy seguro de que se trata de algo... —aclaró la garganta—, de algo con relación a ella.

Akir frunció los labios y después suspiró.

—Su nombre aún es algo prohibido para tu boca, ¿cierto? —Kid le lanzó una mirada de advertencia—. Hijo, ya deja de castigarte por lo que ocurrió.

NOTITAS PARA KID ━━ [En curso]《52》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora