capítulo 12: III. El jardín de la hechicera

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Eternidad

capítulo 12: III. El jardín de la hechicera.

Hace casi 29 años en el pasado...

Kai, Gerda y Chickie fueron encerrados en el calabozo del castillo, por ordenes de la reina, su sentencia sería decidida más tarde, aunque obviamente sería una ejecución pública.

—¡Maldita!— gritó Chickie con enfado, golpeando las rejas una y otra vez, pero nadie la escuchaba, la reina ni siquiera estaba remotamente cerca—. ¡Sácanos de aquí!

Kai se acercó a su prometida, le limpió la cara con la tela de sus ropas. La mujer sangraba del lado izquierdo de su rostro, al haber recibido un fuerte azote de parte de la malvada reina.

—¿Estás bien?— le preguntó él a ella.

—Sí.— dijo, aunque le dolía demasiado la herida—. ¿Y ahora?

—¿Cómo que "y ahora"? ¡Estamos encerrados!— gritó Chickie con enfado—. Sé que han tratado personas antes ¡pero esta es una reina! ¡Tiene el poder para cortarnos la cabeza!

—Tú has estado encerrada muchas veces, Chickie, ¿cómo es que escapas?— preguntó Kai, acercándose a ella.

—¡Oh! ¡Ya quisieras saber cómo escapo, tonto!

—Ya basta, Chickie, por favor.— quiso calmarla Gerda. Chickie se cruzó de brazos y bufó con fastidio—. Tenemos que salir y encontrar al rey de inmediato.

—Yo puedo ayudarlos.— habló la voz de un desconocido, los tres giraron para ver a la cuarta persona encerrada en su misma celda y que no habían notado antes.

—¡Ughh! ¡Un vagabundo!— exclamó Chickie, poniéndose frente a Kai y Gerda—. Quédate tras de mí, Gerda, yo te protegeré.

—¡No soy un vagabundo!— aclaró el desconocido con enfado, que se irguió ante ellos—. Yo soy el rey Agnarr.

—¿El esposo del la reina Iduna?— preguntó Chickie con extrañeza.

—Así es.

—Ah, ja, ja, ja, ja.— comenzó a reír con fuerza la bandida—. ¡Tu esposa te encerró en un calabozo! ¡Ja, ja, ja!

—¿Qué está haciendo aquí?— preguntó Gerda con sorpresa.

—Recibimos su carta pidiendo ayuda, ¿cómo terminó aquí?— dijo Kai.

—¡Su esposa nos encerró!— se quejó Chickie—... Ahora que lo pienso, que nos encerrara fue una forma bastante fácil de encontrarlo. ¡Qué buena idea tuviste, Gerda!

—¿Qué?... Ah, sí, fue a propósito.— dijo la rubia, rascándose la cabeza con nerviosismo. Evidentemente que los encerraran no fue a propósito.

—¿Puede contarnos los detalles, rey Agnarr?— inquirió Kai.

—Mi esposa no siempre fue así...

El rey Agnarr les contó a los tres todo lo que había vivido. Se había casado con la reina Iduna un par de años atrás, ella siempre fue una mujer educada y por sobre todo muy amable; un día, poco después de la boda, ella se quejó de un fuerte dolor proveniente de su corazón. A partir de ese momento, el alma bondadosa de la reina comenzó a oscurecerse.

Al principio sólo había empezado a ser descortés, pero con el tiempo se volvió cruel, grosera e infiel. Iduna deseó gobernar el reino ella sola, así que con pruebas falsas había acusado a su esposo de asesinato y traición, lo había encerrado. Pero Agnarr, sabiendo que algo iba mal con su esposa, había investigado; se enteró de la historia de las piezas de espejo repartidas por el mundo, las historias eran iguales a lo que le había pasado a su esposa. Con ayuda de algunos guardias que aún eran fieles a él, logró mandarle una carta a Kai y Gerda, pidiéndoles ayuda, sabiendo que su reputación decía que resolvían estos casos.

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