capítulo 2: II. Un niño...

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He estado releyendo este fic las últimas semanas, y pues me di cuenta de que los primeros capítulos tienen diálogos bastante... poco naturales xDDD

¡Que lo escribí en el 2014! jajaja

Ah, por cierto, por si no ha quedado claro, el libro que los personajes leen en este fic es el de la Reina de las Nieves de Hans Christian Andersen. Lo seguirán leyendo a lo largo del fic.

En fin, espero les guste, ¡un saludo!

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Eternidad

capítulo 2: II. Un niño...

No hay nada capaz de congelar el tiempo, aunque se quiera así. Y los años pasaron, tan rápido como una casual ventisca. Fría pero pasajera.

Poco más de cuatro años habían pasado desde que la mayor de las princesas de Arendelle, Elsa, había subido al trono y se había convertido en reina. Poco más de dos años han pasado desde que la más joven de las princesas, Anna, se había casado ¿Con quién se había casado? Con el joven proveedor de hielo oficial de Arendelle, Kristoff, que ahora por el matrimonio con la princesa, era un príncipe, aunque odiaba que lo llamaran así.

El destino no pudo haber escogido mejor noche para ese acontecimiento, porque el destino siempre planea bien las cosas. Era una noche oscura de invierno, con una fuerte tormenta de nieve, tan fuerte ventisca que sólo complicó el suceso. Pero el destino lo quiso así por alguna razón. O tal vez sólo alguien estaba observando.

¿Pero qué suceso importante se llevaba acabo esa noche helada? Pues era un suceso que armó un gran escándalo, tal que nadie en el castillo podía dormir esa noche...

-¡AAHHH!- por los gritos de la mujer que los provocaba.

Nada, sólo el milagro de la vida.

-Descuide majestad, ya falta poco.- decía la partera para tratar de consolar a la ya enfurecida Anna.

-¡Eso dijo hace cinco minutos!- gritó la princesa, con algo que iba mucho más allá de la furia. Sólo podía sentir un extremo dolor, uno insoportable.

Había sido muy difícil hacer que los médicos llegaran al castillo por causa de la ventisca, pero cuando la reina es la hermana de la afortunada madre, no hay imposibles, más aún cuando esta reina podía controlar la nieve.

-Anna, mírame, todo va a estar bien.- le dijo Kristoff, viéndola con compasión, no soportaba ver a su esposa sufrir tanto-. Vamos, toma mi mano.

-¡Todo es tu culpa! ¡Tú me hiciste esto, desgraciado!- gritó desgarradoramente, apretando la mano de su esposo con demasiado fuerza.

-¡Ay! ¡Pero no aprietes tanto!- él intentó soltarse de su agarre pero su esposa se rehusó a liberar su mano, en cambió le encajó las uñas con fuerza.

-¡Y eso no se compara al dolor que estoy sintiendo yo! ¡Ahh!

-Anna, sé fuerte, ya falta poco.- habló la reina, intentando calmar a su hermana.

-Ya casi terminamos, majestad. Ahora puje.- ordenó la partera, a Anna no le quedaba de otra que obedecer.

- ¡AAAHH!- volvió a gritar una vez más.

Una ventisca de nieve corrió por la habitación en ese preciso instante, causando un escalofrío a más de uno, apagando las velas y sacudiendo las cortinas violentamente.

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