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A veces la forma en que el tiempo pasa resulta desconcertante. Los días se escurren como agua entre los dedos y al abrir los ojos, descubrimos que han pasado los años, que las cosas han cambiado, los momentos se han vuelto pasado y el futuro está ahí, a la vuelta de la esquina. Lucas aún recuerda cuando conoció a Marley por primera vez, cuando él era un chiquillo que la despreciaba porque había llegado para robarse el cariño de su mamá. Y ahora él es un adulto y Marley es la única familia que le queda.
Es por eso que duda, sentado en la mesa del comedor frente a una taza de café a medio terminar. Su permiso para estar fuera de los partidos ha terminado y él tiene que regresar a Pittsburgh como parte del equipo técnico. Se despidió de Marley la noche anterior, debido a la hora de su vuelo, no quería interrumpir su sueño.

-Ella estará bien -dice Ana del otro lado de la mesa.

Lucas pensó que ella estaba ahí por su mamá, pero fue sorprendente el saber que Ana había ido ahí por él, para asegurarse de que comiera algo antes de su vuelo.
Navarro asiente, inseguro.

-Debería de estar aquí, con ella.

-Ey -Ana se estira para sujetar su mano con fuerza-, sabes que Marley no te perdonaría que abandones tu vida para cuidarla. Llámalo orgullo o independencia, pero incluso sigue trabajando desde aquí. Y yo estaré cerca para cuidarla, porque...

-Lo sé -dice Navarro y gira su mano para sostener la de Ana- . Conozco esa clase de miradas.

La castaña esboza una sonrisa triste y retrocede hasta su lugar, con la mirada en la mesa.

-¿No te molesta?

-¿Tendría que hacerlo? -ella se encoge de hombros- . Mi mamá y yo vivimos solos mucho tiempo y nunca pensé que podría enamorarse de nuevo, si te soy sincero. Donna era...todo. Era mi mundo, mi madre, pero también lo era todo para mamá y perderlas fue... algo para lo que no existen palabras. Mi mamá fue muy fuerte por mí y a veces me preguntaba si yo podría ser igual de fuerte para ella. Nos cubrimos de estos... caparazones. Cerramos todo a nuestro alrededor y pensamos que estábamos bien, que estábamos a salvo -Lucas sonríe-. El mío lo rompió un neandertal que lo único que sabe hacer es levantar los hombros y asentir, pero te juro que no puedo imaginar lo que habría sido mi vida sin él. Y ahora tú llegaste para romper el caparazón de mi mamá. No me molestaría, jamás. Incluso siento que debo darte las gracias, por estar aquí, por cuidarla, por todo lo que estás haciendo.

-No tienes nada que agradecer -responde ella con voz débil-, ni tampoco tienes nada de qué preocuparte. Voy a cuidarla mientras me sea posible hacerlo.

Lucas es quien se inclina esta vez, sujetando la mano de Ana.

-Gracias por eso.

🌙

Lucas podría arrojar la tableta al pasto si pudiera, si tan solo no estuviera en el foco de las miradas desde lo sucedido en la conferencia de prensa, lo habría hecho. Diablos, el autocontrol que tiene para no hacerlo podría sorprender a cualquiera. Y es que él ya sabía que Evan lo odiaba, que jamás lo iba a tomar en serio, pero estaban en un maldito partido, por el amor de Dios. Ya habían perdido el anterior, si perdían este tendrían una racha de uno ganado y dos perdidos, algo que ningún equipo quisiera enfrentar. Bueno, a Evan no parece importarle porque sigue ignorando sus consejos, eligiendo sus jugadas en el último momento. No le molestaría esa iniciativa, si su mariscal suplente no tuviera un cerebro tan diminuto. Cada jugada es peor que la anterior, incluso sus fanáticos lo saben, porque han comenzado a abuchearlos.
Navarro no tiene otra más que volver a los vestidores con el resto del equipo cuando llega el medio tiempo y ellos van perdiendo 20-3. Nunca había pasado eso antes y el mariscal siente que la sangre le hierve. Su nariz está mucho mejor, podría volver a jugar esa misma noche si Tomson se lo permitiera, pero no lo hará porque debe seguir un protocolo.

Tiempo Fuera [Secuela Medio Tiempo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora