Epílogo

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Aproximadamente dos años después...

La silenciosa y suave inhalación de sorpresa no se compraba con el punzante y caliente dolor que sintió cuando algo penetró la planta de su pie derecho, sumado al crujido de vidrio que, posiblemente, hubo provocado más de un corte. Abrió los ojos con lentitud, luchando con todas sus fuerza por no emitir sonido y, con la espalda pegada al árbol, sostuvo el peso de su cuerpo, innegablemente exhausto.

Estaba en medio del lluvioso bosque, cerca del pantano, ocultándose detrás del árbol más ancho que encontró, huyendo de algo que no sabía qué era. Ni siquiera supo cómo había llegado hasta allí.

No tenía ninguna duda de que ese era el mismo pantano de siempre, pero tampoco podía negar que había algo diferente, porque gracias a Derek, ya lo había recorrido completamente, por lo que lo conocía a la perfección. Sin embargo, aunque ya había pisado ese lugar decena de veces, ahora parecía distorsionarse, no había neblina pero lucía como si más allá de los árboles hubiera un fondo blanco en lugar de oscuridad, habían arbustos que no conocía y yerbajos por doquier. Algo iba peor de lo que parecía.

Bajó la mirada hacia sus pies al mismo tiempo que levantaba una pierna y trataba de mirar su herida, entre las aguas o lágrimas que caían de sus ojos y la sangre que brotaba del corte, logró encontra el vidrio. Ignoró el dolor y se lo arrancó sin pensarlo, repitiendo es esfuerzo de no gritar, con venas incrementando en su cuello y frente.

Paulatinamente la tormenta fue pasando, los rayos de sol traspasaron la espesura y supo que tenía oportunidad de poder escuchar mejor.

Un ulular extraño llegó de distintas direcciones, entre lejanos gruñidos, gritos agónicos y el eco de una espada siendo desenfundada.

—Tranquilo, Stiles —se susurró a sí mismo, mirando agazapado hacia atrás, no pudiendo ver nada—. Está lejos, debes continuar.

Cojeando comenzó a avanzar en dirección a su casa, deseoso de que Derek viniera al rescate cual Superman. Viró varias veces sin dejar de oír los alaridos y la confianza iba en aumento, consiente de que pronto lograría escapar.

Una fuerte carcajada malévola y familiar hizo eco de repente, surcando el bosque de extremo a extremo, como si estuviera dentro de su cabeza.

Intentó apresurarse a pesar de que no dejaba de sangrar, sintiendo cada vez menos dolor, importándole poco el daño que se hacía. De pronto un pie se hundió en el suelo, se apresuró a fijarse y la arena movediza lo empezó a devorar.

En derredor pudo divisar que la distorsión de la realidad lo había llevado a otro lugar, una parte del pantano que no había explorado antes; plantas violetas parecidas a las enredaderas cubrían los árboles, flores marchitas parecían derretirse y una sustancia viscosa, burbujeante y negra se escurría por el suelo.

A sabiendas de que ante las arenas movedizas debía calmarse, no pudo evitar desesperarse, sacudiéndose con esfuerzo en vano, obteniendo como resultado, solamente entrar aún más.

Las voces, los gruñidos, los gritos, los llantos, los correteos y las pisadas se hacían tan fuerte que sus oídos no podían soportarlo.

Se agarró la cabeza y cerró los ojos con todas sus fuerzas mientras el calor del suelo lo envolvía y los ruidos eran más cercanos, cuando todas las sensaciones desaparecieron de sopetón, encontrándose de pronto en el sofá, a salvo de todo mal.

—¿Batman? ¿Estás bien?

Stiles frunció el ceño al ver a su hermana con gesto, más de extrañeza que de preocupación, mientras apoyaba la mano en su hombro.

—Está pálido —musitó con tono indiferente una chica que estaba más atrás, alguien muy bonita, cabello rubio-cobrizo y ojos verdes, con un vaso azul de plástico en la mano.

Cerca del pantano | Sterek Short |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora