3.ᴅᴇsᴘᴇᴄʜᴏ.

614 79 5
                                    

Mi cabeza es un caos atroz. Dos voces batallando por quién gana el primer puesto. Estoy desbastada y no entiendo cómo es que no hice nada.

El espejo de cuerpo entero me muestra lo elegante y fina que me veo con aquel delicado vestido color celeste en contraste con mis sandalias blancas. Toda una ama de casa perfecta. Una horrible monstruosidad. He intentado mantener la compostura mientras mi querido esposo finge amarme.

Se ha despertado feliz, anoche luego de verme tan cansada me llevó a la cama entre sus brazos. Me rechazó de nuevo cuando me senté a horcajadas en su regazo con la excusa de que debíamos descansar mejor. Claro que se encontraba cansado después de haber follado por horas con otra. Quise gritarle a la cara que lo sabía, algo en mí me lo impidió y dejé que me abrazara para dormir.

Está noche sería diferente, aprovecharía que mi querido esposo salió de copas junto a sus amigos. Yo haría lo mismo. Le avisé sobre mis planes para ver su reacción, sin embargo, solo obtuve una insulsa sonrisita con la frase: “que te diviertas, cariño”. La frustración recorriéndome entera.

Salí de mi casa diferente. Tuve que destapar mi caja de recuerdos dentro de mi closet en busca de algo que me sacará de la casilla de esposa correcta y perfecta.

Un corto vestido rojo ceñido a mis curvas con unos tacones negros que estilizaban mis piernas. Era lo que solía usar cuando salía con amigas a las discotecas. Cuando era joven, libre y feliz. Le agregué un maquillaje natural con labios rojos mientras mi cabello caía suelto por mi espalda. Si nuestras amistades, padres o Taehyung me miraran, jurarían tener frente a ellos a una libertina.

Poco me importa en estos momentos lo que puedan pensar de mi.

Ingrese al primer bar con música donde sentí que podría ser un buen ambiente. Pedí algún trago de nombre exótico que me recordara mi pasado universitario. Bebí un poco ni bien el mozo dejó el vaso sobre la pequeña mesa redonda, sabía dulce al principio tornándose picante y ardiente al pasar por mi esófago gustándome la sensación.

Miré alrededor del local encontrando todo tipo de personas, la única que destellaba por ser diferente era yo. Mientras los demás parecían relajados y divertidos, yo era la típica mujer dulce y recatada. Es lo que en estos momentos me daba asco de mi misma.

Choqué miradas con un hombre que se encontraba en la barra acompañado de otros dos. Lo esquivé rápidamente, quería evitar llamar más la atención, pero fue imposible cuando capté por el rabillo del ojo como se acercaba a mi mesa. Y es que era estúpido no verlo cuando llamaba demasiado la atención con su aspecto.

Alto, de piel bronceada, cabello largo ondulado cayendo sobre un rostro varonil de mandíbula afilada, cuerpo musculoso y lleno de tatuajes. Era todo lo contrario a lo que siempre busqué en un hombre, es tan distinto y diferente que mi curiosidad se vio dispuesta a probar lo que fuere.

—Hola muñeca —inclusive su voz, grave pero dulce— no pude evitar ver qué estás sola.

Me sonrió mostrando una hilera de perfectos dientes perlados, una sonrisa divina que no pude evitar comparar a la de un conejo por sus incisivos más prominentes. Le sonreí amable correspondiéndole.

—A veces es bueno estar sola y pensar.

—¿Ah sí? —se inclinó, colocando sus fuertes brazos sobre la mesa dejándome ver las venas en su piel entintada— ¿Y se puede saber en qué piensas?

En mi esposo y sus infidelidades que me mataron.

—En pasarla bien está noche —respondí acercándome a su persona. Él sonrió divertido. Al parecer lo sorprendí con mi atrevimiento.

—Prometo que la pasarás muy bien.

•••

+18

La sensación de agobiante calor recorriendo mi cuerpo hizo que acelerase más rápido mis caderas, se sentía exquisito, se sentía muy diferente del sexo que solía tener con mi amado esposo. Era diferente como el pelinegro tocaba y apretaba entre sus enormes manos mis pechos, cómo me embestía desde abajo sintiendo su miembro vibrando en mi interior.

Gemí cuando su boca chupó uno de mis sensibles pezones, chillé cuando sentí su mano nalguearme y eso me hizo casi llegar al orgasmo. Me moví dando saltitos con la necesidad de ir más profundo si fuera posible. Y me dejé llevar cuando el orgasmo vino a mí. Jadeante caí en su duro pecho, agitada y agotada, sintiendo su risita en mi oído.

—Hermosa, realmente hermosa.

Susurró, siendo un detonante para excitarme de nuevo, pero está vez las posiciones cambiaron. Permití que me acomodara a su antojo, se colocó detrás levantando mi trasero y con su mano en mi cintura arqueó mi espalda a su gusto. Mi rostro se enterró en el colchón sintiendo sus dedos escarbar mi sexo. Gemí y chillé al sentir su pene entrar de una sola estocada.

TaeHyung jamás me tocaba como este chico lo estaba haciendo, TaeHyung jamás me decía palabras sucias al oído, TaeHyung jamás me hizo el amor de esta forma. Tal vez porque esto que estoy haciendo es solo sexo sucio, sexo por despecho. Y aunque me duela caer tan bajo como lo ha hecho mi querido esposo, la satisfacción que siento ahora nadie me lo quita. Lo estoy disfrutando mucho.

Disfruté escuchar como se vino dentro mío —bueno, del condón— disfruté como al caer encima de mí siguió tocándome de manera impúdica. Me sentí inalcanzable. Se terminó cuando la realidad me golpeó. Me levanté cuando el pelinegro me liberó de su cuerpo. Caminé desnuda hasta mi ropa tirada en el suelo, me coloqué mis bragas, luego el vestido acomodando mis pechos al no traer sostén. Sentí las manos masculinas ayudarme, pero ya no se sentía excitante o tal vez si y quería volver a ser follada.

—No suelo hacer esto, pero… podrías darme tu número, tal vez salir a tomar algo y repetir el momento.

Mi mente se imaginó dándole mi número al pelinegro de tatuajes, se imaginó llamarlo e invitarlo a casa para que me folle duro en la misma cama que mi querido y amado esposo dormía. Me sentí la peor mierda y simplemente me voltee sin emoción alguna en mi rostro besando sus labios por un corto tiempo, aprovechando de tocar su cuerpo desnudo y decirle sin miramientos.

—Estoy casada.

Debieron ver su rostro, era todo un hermoso poema de Neruda, de esos dónde dice que el amor es tan puro que uno moriría por el. Que gran estupidez, que estúpida yo que lo creí. Creí en un amor tan puro y para siempre, que perdí el poco amor que yo me tenía.

💜💜💜

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

💜💜💜

❝𝘐'𝘔 𝘕𝘖𝘛 𝘛𝘏𝘌 𝘖𝘕𝘓𝘠 𝘖𝘕𝘌❞  ᴷᵀᴴ (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora