CAPÍTULO XV

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Menos de dos días después, Dreane ya había contratado a una nueva instructora y fue a vigilar cómo iba su primera clase, pero no tardó en desesperarse, los alumnos no acertaban ni un solo tiro, y aquello, con Leah, no sucedía, era mil veces mejor que con la nueva, ¿Tan mala era la nueva?


Casi habían pasado dos semanas desde que estaba la nueva sustituta, Dreane no podía más, sentía que todo estaba mal, que aquella instructora, a pesar de que le habían dicho que era muy buena, no lograba nada, y había visto a todos los alumnos desanimados.

Desesperado, una de las tantas noches que el jefe superior estaba devastado, se dirigió al edificio de profesores, encontrándose por el camino con Cristina.

- Hola, Dreane. - Lo saludó ella.

- Déjame en paz. -

- ¿Cómo está tu hija? -

- ¿Mi hija? ¿Cómo quieres que esté? Encantada por saber que pudo darme un buen golpe. - Se señaló la nariz todavía de un tono azulado. - Es una cabrona. -

- ¿Te acompaño al cuarto? -

- Claro, vamos. -

Entraron a la habitación del jefe superior y este gritó horrorizado al ver las paredes todas pintadas con pintura negra con diferentes textos, pero todos tenían el mismo mensaje.

- ¡Queremos a Leah de vuelta! -

- ¡Solo hacemos caso a Leah! -

- ¡Leah es la mejor! -

- ¡Si Leah no vuelve le dispararemos la cabeza! -

- ¡Leah es la mejor instructora de tiro! -

- ¡No queremos una sustituta, queremos a Leah! -

Y un sinfín más de etcéteras.

- Vaya, ¿Los alumnos han hecho esto? Dreane, creo que tendrás que tomar una decisión... -

- ¿Qué Leah regrese? - El jefe suspiró con resignación. - No voy a hacerlo, Cristina, está despedida y punto. -


Donnie, por su lado, contaba los días, menos de cuarenta y ocho horas y las dos semanas habían pasado, y todavía no había rastro de Leah, no sabía por qué se había dejado ilusionar así, o quizás, lo sabía demasiado bien, pero se negaba a admitirlo, Leah jamás volvería, y aquello sí que acabó con sus ganas de vivir, por lo que, un día que Gregory se había metido con él, le había dicho que acabara con su vida de una vez. El matón se sintió algo culpable por meterse con un tan deprimido Donnie y lo dejó pasar. Desde aquello, no se habían vuelto a dirigir la palabra.


Donnie estaba tirado en su cama cuando vio movimiento en las escaleras, así que paró la música, su ex-instructora le había dado su portátil para que él tuviera fé de que ella volvería, y había aprovechado para curiosear entre la música de Leah, había que admitir que tenía muy buen gusto musical. Volvió a la realidad cuando Josh gritó su nombre.

- Hay que ir a cenar. - Le dijo.

- No tengo hambre. -

- Donnie, llevas dos semanas casi sin comer nada, a Leah no le va a gustar esto cuando te vea. -

- ¿Leah? Ella no va a volver Josh, hoy se cumplen dos semanas, ¿La ves tú? -

- ¿Quieres que te arrastre al comedor? ¡Vámonos, he dicho! -

LA ENTRENADORADonde viven las historias. Descúbrelo ahora