CAPÍTULO IX

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Leah apretó la mandíbula con fuerza y su mano se deslizó hasta el arma que llevaba en su cintura.

- ¿Es cierto? -

La instructora miraba a su superior con los ojos inyectados en sangre, de no ser humanamente imposible, Leah habría empezado a echar llamas por los ojos.

Donnie quería levantarse y acercarse a la instructora para calmarla, pero sabía que aquello solo empeoraría la situación, así que decidió quedarse en su sitio y esperar el próximo movimiento. Y no fue el mejor.

Cristina y Leah empezaron a discutir acaloradamente, y esta última, en un acto reflejo, sacó el revólver de su cintura y apuntó directamente a la cabeza de su superior quitando el seguro del arma.

Cuando un tercero entró a la sala, los alumnos más cercanos a la puerta retrocedieron, y Leah, que lo había visto, lejos de sentir miedo, miró a Dreane como si también quisiera matarlo.

- ¡Leah! ¿¡Se puede saber qué hace!? -

- ¿Por qué no mejor se lo pregunta a ella? - Contestó Leah guardando el arma tranquilamente.

- Vaya a mi despacho, ¡Ahora! -

- Voy, voy. -

La instructora, con una sonrisa, salió del comedor y se dirigió al despacho de Dreane, donde tomó asiento delante de la mesa y se cruzó de brazos esperando a que su superior hiciera acto de presencia.


Cuando apareció, no estaba contento precisamente, y aquello hizo sonreír a Leah.

- Bien, capitán, ya estoy aquí, ¿Qué necesita de mí? - Bromeó ella.

- No estoy para bromas, Leah, no puede hacer lo que acaba de hacer. -

- ¿Proteger mi honor? Oh, y tanto que lo haré, jefe. -

- No puede... Amenazar a quien le venga en gana. -

- ¿Y por qué no? ¿Acaso ella puede venir a atacarme cuándo le venga en gana? -

- Es diferente. -

- Claro, es diferente porque usted y ella se pasan la noche follando y eso le da su protección, ¿No? - Se quejó Leah.

- ¡No sabes de lo que hablas! -

- ¡Dreane! ¡Su cuarto está junto al mío! ¡Si quiere que los secretos de ahí no se traspasen a mi cuarto, no haga tanto ruido! -

- Eres insoportable, cállate ya. -

- No, joder, cállate tú y escúchame, Dreane, ¡No voy a callarme! ¡No voy a callarme ni dejar de proteger a Donnie! ¿¡Quiere saber algo!? ¡Es mi favorito! ¿¡Y qué!? ¡Eso es así porque es buena persona, está dispuesto a aprender y le gusta! ¡Cosa que al resto les importa una mierda! ¿¡Entiendes!? -

- Leah... - Advirtió Dreane.

- ¡Se acabó! ¡Aquí se acaba esta conversación, jefe! - Soltó la última palabra con desprecio antes de levantarse y dejar el despacho de Dreane.


- Estoy harta de esos desgraciados... - Murmuró Leah mientras preparaba las armas. - No hagas esto, no hagas lo otro... Joder, si me dejaran dormir por las noches, yo estoy a punto de... -

- ¿Leah? - La instructora se giró para encontrarse con Donnie. - ¿Necesitas ayuda? -

- Ya que estás aquí... - Ella le entregó la caja de las armas. - Llévala fuera, por favor. -

LA ENTRENADORADonde viven las historias. Descúbrelo ahora