Mientras Leah ejecutaba su clase, un chico, Gregory, quién no sabía muy bien lo que estaba haciendo, disparó por accidente a su compañera. Por suerte, solo fue en el hombro, pero la instructora lo miró con una rabia desmesurada, de no haber sido un acto delictivo, estaba claro que Leah lo hubiera matado sin compasión, ni el arma que tenía en sus manos lo hubiera salvado de la maestra, quién parecía aún más cabreada por momentos mientras paseaba por la sala supervisando a todos.
- ¡Eh! - Donnie se giró al escucharla. - La muñeca.
Leah se acercó más a él y lo ayudó a colocarse en posición.
- Jamás quites el seguro hasta que tú estés seguro que sabes a dónde va dirigida la bala, ¿De acuerdo? -
- De acuerdo. -
-Y las rodillas, no pueden estar tensas, es error de novato, los nervios se apoderan de tu cuerpo, tus muñecas se vuelven rígidas y eso puede provocar fracturas graves. -
- Vale. -
- ¿Captaste? -
- Sí. -
- Pues ponlo en práctica. - Se giró una última vez hacia él. - Ah, y por favor, cuida la muñeca, estoy harta de tener que hacer de enfermera, por lo general, soy yo quien provoca los daños.
Donnie sonrió y se preparó para disparar al objetivo.
Gregory miró a Donnie y pensó en dispararle a él también, pero teniendo en cuenta que parecía ser el favorito de Leah, hacerle daño sería firmar una sentencia con la muerte.
La instructora pasó detrás de él y le gritó que o se ponía a disparar ahora mismo o lo cosería a balazos. Gregory no tardó en obedecer aún con la rabia comiendo su cuerpo.
La clase terminó, Leah no había parado de gritar, pero aún así, a pesar del accidente, se la veía de mejor humor que en las anteriores clases, quizá sí que era verdad que estaban mejorando.
Gregory se quedó allí para esperar a Donnie, quién se sentó en la barra donde dejaban las armas y la munición mientras Leah entraba al almacén.
Cuando la instructora desapareció de la vista del matón, él se acercó a Donnie.
- ¿Qué haces aquí? - La voz de Leah lo obligó a girarse. - ¿Por qué no te has ido? -
- Tengo que hablar con Donnie, y... -
- Tienes que hablar con Donnie, pero él ahora no puede, y dudo que quiera hablar contigo, así que, hazme el favor de irte, o firma un pacto de amistad con un ataúd. -
Gregory intuyó que aquello daba referencia a que, o se iba, o su cuerpo acabaría en aquellas cajas de madera, así que salió de la sala rápidamente y no se dignó a mirar atrás.
Leah se acercó a Donnie y dejó las armas y la munición a su lado en la barra.
- ¿Todo bien? -
- Sí. - Él bajó del sitio donde aún estaba sentado. - Todo correcto. -
- ¿La muñeca también? -
- También. -
- Genial. -
- ¿Son cosas mías o estás de mejor humor ahora qué en clase? -
Ella se giró hacia Donnie, quién se hizo pequeño en su lugar por la intimidante mirada que le lanzó su instructora.
- Perdón, no debería haber dicho nada. -
- Exactamente, arma, munición, dispara. - Cuando las órdenes eran cortas, claras y casi monosílabas, era mejor obedecer con mayor velocidad que las normales.
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LA ENTRENADORA
Fiksi RemajaLeah es la nueva profesora de armas en uno de los lugares más peculiares del mundo, pero toda ella oculta secretos y misterios.