Cada noche veo por mi ventana y espero a que mi príncipe azul aparezca, con su capa y su espada; él caminaría a travez del tejado separando las blancas cortinas de seda, mirándome de una manera increíblemente seductora, imagino el momento en que se adentra despacio a mi recamara y se inclina en frente mío, besando mi mano de nieve con delicadeza, lo veo alentándome a ir con él. En seguida los dos estamos bajando la enredadera que da hacia mi ventana, riéndonos por nuestra travesura de niños, como es de lo más romántico me carga al estilo nupcial hacia su cabello y me sienta detrás de él. El corcel comienza su galope a toda prisa hacia su palacio, recorriendo los riscos más altos, debajo de las imponentes estrellas, no hay más testigos viendo a esos dos enamorados viviendo su aventura de cuento de hadas. El frío viento roza mi mejilla, yo disfruto de su masculina loción y el tacto de su espalda contra mi pecho y mis manos en su trabajado abdomen. Cada noche espero la llegada de mi príncipe azul.
Esa noche no es la excepción y yo estoy sentado en mi cama con las ventanas abiertas esperando su llegada, lo espero ansioso con una sonrisa en los labios, la cual se esfuma de golpe al escuchar un tosco sonido debajo de la pieza, ¿será él? ¿Será que por fin llegó? Las ansias trepan por mi cuerpo al estar tan cerca mi sueño de realizar, puedo con el nerviosismo. Otro sonido, están trepando por la enredadera, están subiendo, solo que hay algo que no cuadra, no escuche el relincho del caballo ni el choque de la espada, ni él...
-Hey tu imbécil, ¿qué haces con la ventana abierta a tan altas horas de la noche? ¿No ves que podría entrar un delincuente como yo y rajarte la garganta?
Bueno, no tiene capa ni espada, pero seguro logra cortar algo con esa inmensa navaja.
-Capri❤️
