⋆⁺˖⸙̭❛◌*̥₊AMORTÓMETRO - WOLFINGTON

012

En la mente del otro

Era un esplendido día para la gobernadora, pues por fin tenía un día libre en su vida laboral y lo aprovecharía para caminar sin ningún tipo de preocupación horaria.

Caminaba por la calle con uno de sus guardaespaldas. A veces le incomodaba tener que cargar con un miembro del operativo de seguridad, pero eran los sacrificios de ser gobernadora.

Le incomodaba demasiado el silencio incómodo entre ambos, si tan solo supieran que ella podría cuidarse tan bien sola. . . Es decir, era la famosa Garra Escarlata después de todo, podría derrotar a cien hombres usando solo su meñique.

Dejó de lado aquellos pensamientos cuando pasaron por una tienda de animales. Alzó una ceja cuando vio en el gran ventanal distintos tipos de juguetes para mascotas correas, comida y. . . ¿Eso era ropa diminuta?

Casi se le escapa una risa, Diane sabía que los pequeños mamíferos a veces solían llevar ropa pero nunca había visto de ese estilo. Tenían de todo tipo por lo visto.

Le informó al guardaespaldas que entrarían solo para ver. Claro que el gran hombre solo asintió en silencio, cosa que a la ojiverde le molestaba, ¿acaso no sabía hablar?

Un tintineo de la campaña de entrada se oyó cuando abrió la puerta. Se escuchaban vatios maullidos y ladridos de diferentes animales.

Hubo un tiempo en el que ella había pensado en adoptar uno, después de todo, aquellos días cuidando a la mascota de su mejor amigo la pasó increíble. Luego cayó en la realidad de que, con todas sus tareas y reuniones laborales, el pobre minino estaría maullando de tristeza por no pasar tiempo con él.

Saludó a la mujer mayor de la tienda con una sonrisa amable. Preguntó por el sector de ropa para felinos y la de cabellos blancos le señaló el camino con un tono bastante cálido.

Caminó entre los pasillos, no eran tan grandes, eran algo cortos y pequeños, pero habían demasiadas cosas. Diane tuvo que tener cuidado en no pisar a ningún animal o ninguna mercadería en el camino.

Llegaron a unas estanterías donde colgaban diferentes tipos de prendas. Inmediatamente pensó que Lobo amaría estar ahí.

Comenzó a ver una por una con atención. Habían disfraces de bailarina, de zombies, de doctor, pero sus ojos verdes se cerraron en específicamente uno: ¡Era un pequeño traje de color blanco!

Lobo mataría por comprarle uno de esos a su peluda y pequeña mascota felina.

—¿Tu crees que esto le iría bien a un gato anaranjado oscuro?—Tomó el paquete y le mostró a su guardaespaldas, esperando algun tipo de opinión.

El alto y musculoso de traje y bigote no respondió. Se quedo en silencio mirando fijamente un punto medio.

—Tomaré eso como un sí.—Rompió aquel incómodo silencio.

Tomó aquel pequeño traje claro y se acercó a la caja para poder pagar. Allí notó unos lentes de sol oscuros y pequeños. Lobo había dicho que los últimos que tenía el Señor Gato se le habían roto. Tomó unos que combinarían con el traje y pagó.