-Bueno, hemos llegado a Mercatrya. -Miró Frey, el padre de los elfos a Freyja, su hermana gemela al aparecer en un sendero de baldosas de terrazo poco transitada de la ciudad.
Freyja frunció el ceño al ver la anticuada ropa que llevaba encima.
-¡Estoy hecha un desastre, Frey! ¿Por qué debemos vestir así?
-Para evitar ser reconocidos -dijo este-. Por eso.
Los dioses portaban un atuendo muy arrugado y rasgado en algunos lugares. El cabello de ambos, que era tan marrón como el chocolate, lo tenían completamente enredado y sucio. Mas todo eso era necesario si pretendían atender sus asuntos lo más pronto posible. Juntos salieron del sendero y caminaron unas cuantas cuadras hasta que comenzaron a mezclarse con el flujo de peatones.
-Dime una cosa, Frey, ¿ya acabaste con el trabajo que te encomendó padre? -preguntó la diosa.
-¿Qué crees que he estado haciendo estos días? Además, se suponía que este trabajo era de los dos, no solo mío.
Entonces miró a Freyja y vio que fingía no haber escuchado nada. Esta también desvió la mirada mientras silbaba una corta melodía. Un tanto enojado, el hombre se volvió y caminó nuevamente entre la gente antes de que su hermana pudiera notarlo. No se volvió siquiera a ver si ella lo seguía.
Poco después se detuvo en frente de un pequeño local de comida.
-¡Espera... Hermano! -dijo Freyja al alcanzarlo, tratando de controlar su jadeante respiración. Entonces lo miró y notó que no apartaba la mirada del frente.
Ante los ojos marrones del dios se abrió la figura de una excéntrica niña de pelo rojo y piel clara que caminaba sujeta de la mano de una anciana. Al verla, de una manera tan inesperada, el dios quedó completamente pasmado.
-¿A qué esperamos? -dijo Freyja al verlo tan quieto-. Vamos.
-Detente un momento -murmuró él. Se quedó observando como la niña, de la mano con su abuela, se dirigía a la academia con un paso relajado. Por otro lado, la joven diosa quedó extrañada al ver a su hermano comportarse de esa manera. Pero... ¿Por qué? Hace apenas un segundo estaba tan apresurado y de repente se detiene a observar a una niña.
Al retornar a Glaðsheimr, los demás dioses estaban reunidos en el gran salón del Valhalla. Estaba próximo a dar inicio una asamblea.
Loki, el dios de las mentiras, entró refunfuñando a la sala.
-Espero que esta convocatoria sea breve, tengo asuntos más importantes que atender -replicó mientras tomaba asiento en la mesa.
-¿Tu boca solo sabe pronunciar mentiras, hermano Loki? -intervino Wannadi, la personificación del sol, al sentarse a su lado-. Dormir en el jardín no es más importante que una asamblea convocada por nuestro padre.
-Y tú, Wannadi, actúas como un completo chismoso -expresó Loki su molestia ante los indiscretos actos de su hermano.
-Solo soy un testigo ocular.
-Ese es el equivalente de chismoso.
-No me digas. Ahora eres...
-¡Basta ya, los dos! -Rea, la soberana que obra con gran honradez, tuvo que detener la discusión de sus hermanos-. Este no es lugar para discutir entre ustedes. Si quieren hacerlo, tendrán que esperar a que esta reunión termine.
Ambos se callaron inmediatamente. Ya no podían responder o replicar; las órdenes de una diosa de alto rango eran respetadas por los de menor rango.
ESTÁS LEYENDO
Evangelio Carmesí
Fantasia☘️Sinopsis. Daliana Ytriagon es una elfa que nació en un mundo donde la magia es el pilar de la civilización. Sin embargo, por ironia de la vida, ella nació sin una pizca de aquella cualidad conocida como "Tarén". Pero el sentirse marginada no iba a...