Humedad Cálida. <Brahms Heelshire x lectora>

10. La dama demente.

Me levante sintiéndome con un dolor de cabeza como si de una patada se tratará, sentía náuseas y estaba demasiado irritable.

Me levante y fui directo al cuarto de baño a vomitar lo que quedaba de ayer en mi interior.

Después me Bañe con la esperanza de que todo desapareciera como por arte de magia.

Volví a la cama y me tire en ella sintiéndome aún peor que antes.
Se escuchaba el sonido de los pájaros y las ramas golpeando la ventana de la habitación.

Con la cabeza contra el colchón escuche un pequeño chirrido de la puerta y de pronto sentí un olor dulce.

Sentí como un gran peso caía a un lado mío en el colchón. Es Brahms por lo que se, es fácil reconocerle.

─ ¿Sabes que quedarte en cama te hará aún peor verdad? - dijo mientras ponía una de sus manos en mi espalda para acariciarla.

Me voltee para verlo,  me sentía terrible pero verlo seguro me haría sentir un poco mejor.

Al levantar la cara lo primero que vi fue su rostro y después en una de sus manos un plato con panqueques.

Mis ojos se abrieron, estaba feliz de que me hiciera algo aunque sea tan simple como un desayuno pequeño.

─ Gracias Brahmsy- dije mientras sonreía.

Brahms Alejo un poco el plato antes de que lo tomara.

─ dame algo a cambio - dijo mientras señalaba con un dedo su mejilla.

Su rostro no era como el del pedazo de recuerdo borroso de ayer. No sentía que era importante la noche de ayer porque en realidad sólo recordaba su cara y un regaño a medias.

Me acerque para poner mis manos en sus mejillas y le di un sutil beso en la mejilla.

Me aleje y tome el plato de panqueques para comenzar a comer.

La cara de Brahms se volvió un tanto enojada.

─ parece que quieres más a mi comida que a mí - dijo mientras fruncia el seño.

Me comencé a reír un poco.

─ ¿Estas loco? Sabes que te quiero más que nada en esta casa!. - dije alzando la voz.

Brahms puso sus manos en su cara, estaba avergonzado.

─ Callate.. El puede escucharte. - dijo mientras veía un poco sus ojos por las aberturas de sus manos.

Al parecer Brahms estaba acostumbrado a pasar lo "nuestro" en silencio.

Termine de comer y pensé en mi teléfono. lo necesitaba a la hora de ir al pueblo para revisar si mi padre estaba todavía escribiendo.

─ Brahms.. Nececito mi teléfono, es muy importante para comunicarme con malcom.  -  dije con un tono calmado.

El gigante se quedó en silencio mientras bajaba la cabeza lentamente.

Tomó mi plato y se fué.

Después de vestirme salí a la sala donde estaba la mesa de billar.

Ahí estaba malcom esperandome con un trago en la mano.

─ Tan temprano, encerio? - dije pensando en la hora que nos dormimos.

El solo sonrió mientras inclinaba un poco su cabeza, se veía algo tétrico si no supiera que es un buen tipo.

─ bueno pequeña al parecer no estas acostumbrada. - dijo mientras tocaba el borde del vaso con la yema de su dedo.

Mi rostro se llenó de vergüenza.