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El bullicio a mi alrededor me trajo a la realidad en la que me encontraba. Mi pecho subía y bajaba desenfrenadamente y debido a la velocidad mis caderas se levantaban a una distancia considerable de la silla de montar, la altura me hacía sentir como si de volar se tratase; esa era la sensación que tanto amaba sentir cada vez que me veía involucrado en este tipo de eventos. Pero ésta ocasión, algo se sentía diferente.

Jihye me había advertido, unos minutos antes de empezar la carrera, sobre su preocupación respecto a nuestra relación. No había sido capaz de sujetarla para implorarle una explicación ante la razón del porqué quería separarse de mí, únicamente desapareció entre la gente aficionada que gritaba hacia los jinetes que participarían en la carrera del día.

Cuando se dio la señal para el comienzo de la carrera había tardado unos minúsculos segundos en reaccionar, suficientes para que Jonathan hubiese tomado la delantera. Podía escuchar a los aficionados gritarme insultos hasta antes de poder reaccionar; no me importaba aquello, mi principal motivación a participar en este deporte nunca fue la fama o el dinero, sólo mi pasión por la belleza a caballos y la emoción de correr en la lejanía con ellos; y desde que la conocí, ella también se había vuelto una razón para que yo siguiera aquí. Por lo que la repentina ruptura con Jihye me había dejado en cierta forma vulnerable.

Tomé las riendas azotándolas con una fuerza mayor a la que había querido. El caballo de color blanco que solía acompañarme en las carreras relinchó ferozmente, aquello me desconcertó por un instante hasta que me di cuenta que había sido capaz de rebasar al caballo gris que montaba Jonathan.

Podía visualizar la meta, pronto llegaría. La euforia del momento me consumió por completo y con el sudor cayendo por mi frente, impidiéndome ver correctamente y un calor abrumador pulsando en mi cabeza sentí el cuerpo de mi caballo levantarse con furia para después dejar caerse, a tan sólo un paso de la meta.

Su relinchido me había ensordecido hasta el punto de dejarme sin el sentido del oído, sólo por unos segundos, mi cuerpo cansado por la carrera no fue capaz de sentir como caía en seco al piso y tampoco el crujir de mi pierna al ser aplastado por el último galope del caballo gris que se detuvo con mucho esfuerzo frente a nuestros cuerpos acabados.

El chico de una edad no tan lejana a la mía y con el que apenas había tenido alguna interacción, se bajó de su silla y se acercó a mi cuerpo. Mientras que los periodistas intentaban captar de la mejor manera posible mi estado deplorable.

—Jungwoo, ¡abre los ojos!

Lo último que mis ojos pudieron apreciar fueron el resto de jinetes acercándose hacia donde estaba y las manos de Jonathan palmeando mis mejillas para mantenerme despierto.

Con los gritos emocionados tanto preocupados de la gente en el lugar y los relinchidos de los otros caballos, mis ojos se cerraron, cayendo en un profundo sueño del cual me hubiese gustado jamás despertar.

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Don't do this; Kim JungwooDonde viven las historias. Descúbrelo ahora