Tiempo juntos

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—¡Llegamos! — Exclamó Gustabo, mientras el bote se mecía suavemente en el oleaje.

Luego de su almuerzo los cuatro habían quedado para encontrarse en los muelles de Meeru y ser guiados por Gustabo y Horacio al supuesto lugar secreto que ambos conocían, en el cual podían bucear tranquilamente y pasar la tarde divirtiéndose.

—Aún no puedo creer que tu plan funcionara — Horacio hablaba en susurros a Greco, ayudándole a equiparse el traje de neopreno.

—Lo conozco muy bien.

Horacio posó sus bicolores sobre el alto ruso que los observaba desde la segunda planta. Frunció el ceño al verlo con una expresión no muy amigable.

— No parece muy feliz.

— Veras... El truco es no presionarlo, pero darle un empujoncito.

Horacio negó confundido, esperando una mejor explicación a sus dudas.

Sin embargo Greco se acercó al moreno y lo abrazó, tomándolo por sorpresa.

—Lo entenderás con el tiempo —Le susurró al oído, dando suaves caricias en su espalda para luego soltarlo con una sonrisa de oreja a oreja.

Volkov observaba la escena, volviendo a sentir una pequeña molestia creciendo en su pecho.

Era la misma sensación que tenía cuando los observaba desde el salón de su cabaña durante sus clases de surf.

La misma sensación fugaz al escuchar la forma cariñosa en la que el rubio trataba al de cresta.

Frunció el ceño sin entender sus emociones y decidió ignorarlas mientras bajaba las escaleras para acercarse a ellos.

—A quien debes cuidar es al ruso, a lo mejor se derrite — Bromeó el castaño en cuanto lo vio acercarse, en voz alta como para ser escuchado.

—¿Cómo dices? — Volkov lo fulminó con la mirada, aunque no logró intimidar a su amigo.

—Ya sabes, Hombre de hielo — El barbudo le guiñó un ojo.

H lo miró con una sonrisa y sin saber por qué también tuvo el impulso de bromear con él.

—Más bien, quizás se derrite porque es un bombón — El pequeño malestar que Volkov sentía desapareció en cuanto sus ojos conectaron, reemplazado por una agradable calidez en su pecho.

Le alegraba ver al auténtico Horacio, al parecer su aceptación al paseo le había ayudado a desenvolverse nuevamente. 

La pequeña broma le parecía el punto perfecto para arreglar un poco su relación y mejorarla, pues prefería mil veces al verdadero Horacio que se había acercado brillante y desvergonzado a hablarle en el bar, sin pena; que al incómodo y temeroso que apareció durante el almuerzo.

El peligris aclaró su garganta intentando recomponer su fría expresión, y tomó el otro equipo de buceo que allí lo esperaba.

El castaño rio a carcajadas mientras Gustabo rodaba los ojos. Horacio mordió sus labios, apenado por la broma que inconscientemente soltó. Al parecer no podía controlar su boca cuando estaba frente a él.

Temía que con sus chistes malos y su actitud alejara lo poco que el ruso se estaba acercando.

Una vez que los cuatro se encontraban equipados, se sumergieron en la inmensidad azul. Con algunas indicaciones de parte de Gustabo sobre cómo utilizar correctamente las bombonas.

Horacio vigilaba al ruso mientras éste nadaba frente suyo.

Gustabo y Greco por otro lado parecían tener una carrera entre ellos, alejándose cada vez más de sus compañeros.

Meeru Island ~VolkacioAUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora