Mensaje

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—¿Por qué cojones le dijiste eso? — Greco se golpeó la frente con una mano, ante la mirada abatida de su compañero.

—No lo sé, solamente fue... Lo primero que se me ocurrió. — Formó un fina línea con sus cejas fruncidas mientras en sus manos rodaba una manzana, víctima de su inquietud. — No era mi intención arruinar la cita.

Lastimosamente, luego del comentario del ruso el ambiente de la cena junto a Horacio cambió radicalmente. H confundido no sabía de qué manera traducir la frase, y Volkov tampoco puso de su parte para aclarar la situación.

Terminaron de comer en un incómodo silencio, aunque casi al final Horacio se esforzó en sonreír y realizar cumplidos a la comida y agradecerle la invitación de pasar el día juntos.

Volkov soltaba respuestas robóticas y cortantes que fulminaron todas las intenciones de mejorar la noche.

Cuando se despidieron Horacio decidió marcharse por su cuenta a su habitación mientras Volkov lo observaba alejarse con el ceño fruncido y el corazón compungido.

No alcanzó el sueño en toda la noche, dando vueltas y vueltas sobre lo que había pasado y todos los sentimientos que experimentaba con sólo observar la sonrisa de H.

Fue con unas enormes ojeras que a las 6 de la mañana se levantó de su revoltosa cama y preparó el desayuno para él y su compañero.

Cuando marcaron las 7 despertó a Greco a propósito golpeando los trastes con una cuchara.

Era así como ambos llegaban a este escenario: sentados a la mesa del comedor con el desayuno intacto, Greco sosteniendo su frente con una mano mientras su expresión demostraba reprobación.

—Sabes que no soy bueno con las palabras... No sé expresarme, coño.

—Eso ya lo sé. Pero Horacio no te conoce lo suficiente aún y no sabes cómo habrá tomado ese comentario.

—Creo que no le gustó; ya te lo conté, no fue capaz de verme a los ojos en toda la noche.

—Eso es duro.

Greco tomó la taza con café y dio suaves sorbos a su bebida, mientras Volkov suspiraba y enterraba la cabeza en la mesa con un golpe sordo.

—Necesito tu ayuda para entender lo que me pasa. ¿Sabes? ¿Cómo cuando tuviste que explicarme que Conway estaba emparejándome con Sloan, mientras yo sólo pensaba que teníamos cenas de negocios?

—Sí, lo recuerdo. —Greco sonrió divertido mientras negaba con la cabeza ante el recuerdo. —Bien, atento.

Volkov levantó la cabeza y espero a que su compañero lo iluminara con su sabiduría, Greco tomó su teléfono y escribió un corto pero certero mensaje para Horacio. Le pasó su móvil a Volkov y los ojos del ruso se abrieron horrorizados al leer qué ponía.

— "Te gusta Volkov?" ¿¡Estás loco!? ¿Cómo le preguntas eso?

—Hombre, es lo que necesito saber para darte una respuesta. Porque sólo hay dos explicaciones para la actitud que describiste.

Volkov guardó silencio esperando que siguiera su explicación, observando de reojo la pantalla encendida del celular, donde el chat de Horacio seguía abierto y con el mensaje sin leer. Las cosquillas en su estómago eran incontrolables de tan sólo imaginar que se ponía en línea y los ticks azules se marcaban.

—Una de las posibilidades es que estuviera incómodo por lo que dijiste; rollo, molesto porque para él quizás fuera una simple comida de amigos y tú no le atraigas en ese sentido.

—¿Crees que yo pueda... gustarle?

—Bueno, yo apostaba a que había algo entre ustedes. Era muy obvio por la forma en que se miraban. Pero... tal vez me equivoqué.

Volkov se hundió sobre sí mismo decepcionado de tomar esa opción como válida para lo ocurrido anoche, y si era ese el caso, ¿Su amistad con Horacio se arruinaría por su impulsivo comentario?

—O, por otro lado. Tal vez Horacio se incomodó en el buen sentido; es decir, se apenó por tu forma tan directa de casi decirle que te gusta.

—¿Él me gusta?

Greco una vez más se golpeó la frente con su palma, dejando la taza de café ya vacía sobre la mesa.

—Hombre, claro. Prácticamente se lo confesaste.

—Pero... esa tampoco era mi intención... Yo no sé lo que siento, Greco.

—De verdad eres un témpano de hielo, ruso de los cojones. ¿Cómo carajos no lo sabes? ¿Cuándo lo ves te hace feliz? — Volkov asintió con la cabeza. —¿Él logra mejorar tu día no importa la situación? ¿Te hace reír sin razón, quieres estar cerca de él, buscas su toque y estar cerca suyo, te pierdes en sus expresiones y en sus acciones, aunque estén rodeados de personas porque él brilla como nadie?

A cada sentencia la flecha antes incrustada en el corazón de Volkov presionó más. Admitiendo que todo lo referido era calcado de su condición.

Cada vez que Horacio aparecía sus sentidos se concentraban sólo en él y en sus acciones, esperaba que se quedara a su lado en lugar de pasar el tiempo con Greco o incluso con su socio Gustabo; y su espacio personal que con tanto esmero cuidaba en el pasado, con Horacio parecía desaparecer.

Con el simple roce de sus manos sus mejillas ardían y rallaba en lo patético la forma en que su corazón se agitaba como si sufriera un ataque de pánico.

—Esto... Esto nunca me había pasado, Greco. No tenía idea...

—Por supuesto que no, admito que Horacio es un chico excelente, pero...

—¿Pero? — Greco suspiró y Volkov se arrepintió de preguntar, pues presentía que la sentencia no le gustaría.

—No quiero echar por tierra tu primer enamoramiento, pero sabes que estamos aquí solo por tres semanas, ¿No? De hecho, quedan menos de 3 semanas y él... se quedará aquí cuando volvamos.

Volkov sintió un peso invisible asentarse a sus espaldas.

Tantas revelaciones, tantas cosas en qué pensar lo abrumaron tanto que bajó la mirada desganado; cuando sin querer fijó su vista en el teléfono sobre la mesa y finalmente lo que debía hacer tomó forma frente a sus ojos más claro que el agua.

Se levantó apresurado arrojando la silla tras de él, hasta salir a pasos agigantados de la casa.

Greco perplejo no entendió la abrupta partida de su compañero, hasta que observó también el chat que seguía abierto en su móvil y leyó con incredulidad la respuesta de Horacio, que hace recientes instantes había contestado.

Meeru Island ~VolkacioAUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora