Me gustas

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Horacio mordió su labio inferior con nerviosismo, acostado boca arriba con el celular frente a sus ojos mientras leía la conversación con Greco, quien estaba en línea desde hace ya varios minutos y todavía no contestaba el último mensaje que le mandó, aunque el visto apareció casi al instante.

Lanzó su teléfono al otro extremo de la cama y tomó una almohada para tapar su acalorado rostro con ella.

Su corazón también bombeaba como loco, no esperaba para nada esa pregunta, lo tomó totalmente desprevenido y sin saber qué contestar.

Por eso la simple respuesta que había devuelto fue un: "¿Qué significa eso?"

¿Era una broma del barbas? ¿Tenía que ver la cita de ayer?

Era algo que no quería recordar, toda la noche la pasó tan apenado y sonrojado que se preocupaba de que Volkov notara sus sentimientos desbordándose sin permiso.

No podía... no quería... dar rienda suelta a sus impulsos.

El Horacio de antes hubiera saltado al instante de conocerlo con una tonta confesión del tipo: "Me gustas, ¿Te gusto?"

Luego de muchos años de madurez y algunas heridas cicatrizadas temía arriesgarse y que las cosas fueran imprevistas. Si no podía tener una proyección de una futura relación con alguien, ni siquiera se abría a la posibilidad de sentir atracción.

Pero obviamente Volkov llegó para romper todas sus barreras, intentaba excusarse con su amabilidad y servicio a un "cliente", ni el acercamiento que con ilusión esperaba lograr con él.

Ni siquiera con Dex se sintió como ahora, él no tenía que ir tras nadie. Solía atraer al tipo de hombre decidido que sabía lo que buscaba y lo expresaba libremente. Con Volkov era al revés. Y no podía interpretar sus señales confusas.

Pensar en ello le hizo doler la cabeza. El estruendoso tono de su móvil lo sacó de su burbuja y volvió a extenderse por su teléfono para contestar la llamada entrante de Gustabo.

-Horacio al aparato, ¿Quiere pasar un buen rato?

-Horacio, me cago en todo. ¿Qué significa lo que me ha contado Greco recién?

-Pero ni sé que te ha dicho, perro. Cuéntame el chisme.

-Me dice que a partir de ahora lo llame capitán a él, porque lidera el barco del... ¿Volkacio?

-No me jodas... -Llevó una mano a su frente y soltó un suspiro cansado que alarmó todavía más a su casi hermano.

-¿Me explicas?

-Gustabo, es que yo...

-No puedo creerlo, ¿En serio? ¿Te enamoraste de ese ruso?

-Joder, no es amor... Sólo me gusta un poco, pero...

-Horacio, te advertí desde el principio que tuvieras cuidado.

-No te preocupes, ¿Vale? Yo controlo

-A mí no me engañas. Escúchame... - Un silencio pesado se hizo presente del otro lado de la línea y Horacio sabía que se trataba del tan conocido rasgo de su mejor amigo de encontrar las palabras adecuadas para expresar lo que creía y la forma de llegar a convencerte de creer en lo mismo. -Ese tío es un turista más, en pocos días se marchará de aquí y te dejará, igual que tu ex. No me hagas recordarte cómo te dejó eso. Sé que has tenido rollos con otras personas luego de eso, pero no así. No te conviene engancharte de éste. Sabes que no quiero verte mal de nuevo por otro gilipollas.

-Gustabo... - De pronto, estrepitosos golpes resonaron en su puerta y Horacio pegó un salto, curioso y asustado por la manera en que parecían buscarlo. -Disculpa, eh... Alguien toca mi puerta. Hablamos luego, ¿Vale?

-Ya, nos vemos en la cena.

La comunicación terminó y Horacio se apresuró al salón, donde los toques en su entrada se hacían cada vez más desesperados y fuertes. Abrió la puerta con el ceño fruncido, capaz de regañar al visitante por tremendo escándalo; sin embargo, con lo que se encontró fue algo que oprimió su estómago con nerviosismo.

-Volkov... -Dejó escapar en una exhalación. -¿Qué estás haciendo aquí?

Viktor agitado como si hubiera corrido una maratón, con las mejillas rojas y sudando por la frente colocó una mano en la puerta finalmente abierta de Horacio; como si temiera que éste la cerrase una vez revelado el motivo de su aparición en el umbral de su dormitorio.

-Horacio, tenía que hablar contigo sobre un tema especialmente importante a mi parecer. Necesito que sea lo más pronto posible.

-¿Por eso viniste corriendo hasta aquí?

-Sí. - Asintió ruborizado. -¿Podemos hablar, por favor?

-Claro, claro. - Se hizo a un lado para dejar un hueco al alto hombre que se recuperaba de su súbita carrera. -Pasa.

Volkov se adentró al lugar que ya conocía y esperó a que Horacio volviera de otra habitación, que suponía era algún tipo de cocina, pues volvió enseguida con una botella de agua fría que le extendió con una sonrisa divertida.

-Siéntate, por favor. - Horacio tomó lugar en uno de los sofás de la estancia mientras que Viktor se ubicaba en otro, ambos separados, pero en lugares contiguos.

Abrió la botella de agua y casi de un trago terminó con todo el fresco líquido, se sintió con nuevas fuerzas al instante y por ello observó fijamente a los ojos de Horacio. Tomando la decisión de no dar tantas vueltas como siempre y marear al moreno con su verborrea.

-Horacio, Me gustas

Meeru Island ~VolkacioAUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora