Las risas de ambos resonaban por todo el pueblo de Karmaland, los habitantes volteaban a ver a la pareja por todo el ruido que hacían. Se empujaban el uno al otro como si fueran hermanos o mejores amigos de toda la vida, se amenazaban e incluso se insultaban; pero al final del día siempre volvían a abrazarse fuertemente y a caminar uno al lado del otro.
"Si es que eres idiota" Comentó el oso mientras rodeaba el hombro del otro chico con su brazo.
"No, tu sí que eres un pendejo" Respondió el mexicano mientras agarraba la mano que el otro tenía sobre su hombro.
"¿Cómo coño voy a ser el pendejo yo, tío?" Preguntó mientras el otro comenzaba a reír sin cesar. Esa fue la señal que Rubius necesitaba para poder ver que el otro no tenía ningún tipo de contestación a su comentario y solamente lo decía por molestar. "Si fuiste tu el que se cayó 40 mil veces, macho"
El pato solamente rio más fuerte mientras su agarre en la mano del otro se volvió más fuerte, como si gracias a dicho agarre no estaba en el piso aquel momento. Lo único que el noruego podía hacer era ver al otro y sonreírle cálidamente.
Quackity levantó su mirada para poder observar al otro, sus ojos color azabache tenían un brillo que podían ser la competencia del sol que les atacaba aquella tarde con sus fuertes rayos, Rubius no podía hacer más que mirarle con admiración, nunca en su vida había visto algo tan hermoso.
"¿Qué te pasa? ¿Tengo algo en la cara?" Preguntó el pato confundido al notar la mirada de adoración que el otro le regalaba.
El oso no supo como responder, solamente acercó al mexicano con su brazo para así poder abrazarlo con fuerza, cosa que sorprendió a Quackity.
"Ah, Rubius-"
"Te extraño" Interrumpió el otro.
Aquella frase interrumpió el mundo entero, todos los pueblerinos que se encontraban trabajando alrededor de ambos parecieron congelarse en sus pasos, los colores que pintaban la escena se perdieron en un mar de grises y la cálida brisa que les abrazaba con cariño se tornó fría y desalmada.
"Rubius..." Murmuró el mexicano, aquel tono cantado con el que hablaba solo hace unos segundos se volvió sombrío, sin vida.
"Por favor, Quackity, por favor vuelve" Rubius se acercó más al cuerpo del otro, escondiendo su cara en su hombro.
"Perdóname Rubius, pero no puedo volver-"
"Por favor" El cuerpo del oso comenzó a temblar, como si el simple hecho de abrazar a aquel pato fuera a acabar con su vida. "O aunque sea haz que hoy dure más tiempo."
"No puedo hacer eso, ya va a acabar" Contestó el mexicano con el mismo tono.
El oso comenzó a negar con su cabeza y cerró sus ojos fuertemente, a lo mejor si no lo veía no iba a pasar, solamente podía desear que su hipótesis fuera correcta.
Los alrededores de la escena comenzaron a tornarse un color blanco, aquel tono de blanco que se ve solamente cuando no hay ningún otro color que lo llene, como si el sol estuviera alumbrando violentamente sobre ambos, cegándolos en el proceso.
El oso intentó a abrazar al otro con más fuerza.
Pequeños pedazos del piso comenzaron a caer en aquel vacío, sin saber a donde se irían ahora.
El pato suspiró fuertemente dejando que su cabeza cayera sobre el brazo del otro, el jamás cerró sus ojos, quería ver como todo se destruía a su alrededor.
El cielo también se fue consumiendo, el vacío era rápido y eficaz, no dejaba nada atrás, lo consumía todo como si se tratara de un fuego que se había propagado violentamente en un bosque natural.
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Heartaches
Fanfiction"¡Hoy les voy a dar lo que les prometí el día de las elecciones! ¡Hoy el imperio de Luzu se cae!" ¿Qué pasaría si la revolución de Quackity toma un giro inesperado? Dentro de esta historia habrá muerte de personajes principales por lo cual lean con...