𝑰𝒏 𝒕𝒉𝒆 𝑹𝒂𝒊𝒏 𝑻𝒐𝒈𝒆𝒕𝒉𝒆𝒓 | 𝑲𝒊𝒎 𝑻𝒂𝒆𝒉𝒚𝒖𝒏𝒈 +18 ©

Capítulo 10

Tenía que confesar con toda mi honestidad que no tenía ni la más remota idea de cómo Taehyung se hallaba a mi lado, y no solo eso. Se encontraba junto a mí, en la cama.

Juraba ser completamente parcial y estable con mis creencias y pensamientos relacionados a dormir a la par de otra persona, pero ni siquiera pude recordar cuáles eran mis principios. De un momento al otro, mi atención se dirigía completamente a él; al ritmo tan suave de su respiración y al repetitivo vaivén que agitaba su cuerpo al momento de respirar. Podía apreciar cada detalle impoluto de su rostro, desde el más pequeño lunar hasta el más prominente sin dificultades. Mi mirada se intercalaba en cada detalle nuevo que pudiera encontrar y así, recordarlo, memorizarlo hasta el cansancio. Tenerlo tan cerca me producía una incontrolable vivencia paradisíaca, casi irreal y apacible. ¿Acaso estaba en presencia del lado más sosegado y agradable de Taehyung?

Me comenzaba a parecer cada vez más impresionante la belleza tan única que Taehyung poseía, pues a simple vista yo veía a un hombre cohibido y callado con problemas de comunicación, pero con mi determinada observación ahora veía al más puro y celestial ángel que jamás había visto.

Estaba tan plácida y ensimismada con lo que veía que, el decoro correspondiente lo había pasado por alto. Si está situación hubiera pasado cuando estaba felizmente casada me hubiera espantado y hubiera huido despavorida, pero quizás ya había aceptado que darme la libertad de dejar que las cosas sucedieran sin complicaciones con Taehyung me estaba encantando.

Su cuerpo tenía un aroma exquisito. No era el aroma de su perfume, ni tampoco la de alguna loción. Podía sentir un aroma exorbitante parecido a la vainilla o al caramelo, era poco familiar para mí por lo que me causaba una desazón desapacible. Me acerqué en dirección a su cuello mientras mi olfato se agudizaba e inspiraba con mayor ímpetu.

Concentrada en lo mío y sin darme cuenta de que comenzaba a ceñirme demasiado a su cuerpo me dejé caer sobre su brazo derecho. Mi sorpresa no se hizo esperar en mi rostro que la proyectaba a todo pudor, pero no pude ni siquiera reaccionar cuando de repente veía como Taehyung se movía ligeramente sobre la cama. Me angustió tanto pensar en que a fin de cuentas yo tendría que dar explicaciones que no merecía y atiborrarme a la indiscutible idea de aceptar mi destino. Intenté alejarme a una velocidad alarmante. Pero entonces, Taehyung se abalanzó sobre mi cuerpo y me abrazó impidiendo que me separase. Permanecí quieta, fingiendo a duras penas seguir durmiendo mientras contenía mi bochorno, y la adherente expresión que ello conllevaba. Intenté ocultar mi rostro a toda costa en caso de que Taehyung decidiera despertar. Sin embargo y, para mi sorpresa, tan solo lo oí suspirar ligeramente por la nariz. 

—¿Cómo te sientes? —me preguntó de repente con aquella arrastrada voz relajada y aireosa.

Me hallé oscilando entre si responderle y aceptar que me había descubierto, o fingir que no lo había escuchado para nada. Levanté mi rostro hacia el suyo para asegurarme de que me observara, pero sus párpados seguían descansando tiernamente tal cual como si siguiera durmiendo. No tenía la seguridad suficiente para responderle, por lo tanto me quedé quieta esperando alguna otra pregunta. No me sentía avergonzada, no estaba pensando tanto en qué estaba pensando Taehyung para que quisiera meterse a la cama conmigo. Pero sí me sentía nerviosa, más de lo que me gustaría.

—Gaeri... —murmuró cerrando sus dedos sobre la palma de su mano. Yo lo miré enseguida y sin pensarlo me acerqué un poco más en respuesta.
Abrió sus ojos lentamente encontrándose con los míos. Mis nervios cesaron y en cambio sentí un cálido sentimiento en mi pecho que me provocó un suspiro. Sus oscuras orbes me observaban directamente, llenas de una vorágine inexplicable que, infundía en mí una gran desorientación pero al mismo tiempo admiración. Taehyung tenía unas pestañas finas y largas, sin embargo el brillo que emergía de sus ojos al pestañear delataba cualquier encanto que existiera. Además, me di la libertad de ver aquella cicatriz bajo su ojo la cual me recordaba como una lágrima. Parecía ser reciente, pero aún mirándola de cerca no tendría la certeza de adivinarlo.