[Inspirada en Map Of The Soul: Persona]
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Jeon JungKook siempre se mostró tal cual era en frente de todos.
Kim TaeHyung tenía miedo y mejor se refugiaba en su arquetipo de persona: la máscara.
Uno se la había quitado...él otro simplemente...
Él solía comparar el fuerte efecto de las peores situaciones con el sonido del bombo, aunque más que con eso y si lo pensaba mejor, el transcurso de estas serían igual al impacto del pedal contra los tensos parches de plástico alrededor de la caja de resonancia, que trae consigo un grave sonido.
Claro, era eso. Lo que le acababan de confirmar no era más que un violento golpe y el aceptarlo era el tan esperado severo sonido. ¡Ja! Quería reírse por andar creando tal analogía justamente en aquel momento.
Negó varias veces y retrocedió. No. Obviamente se negaba rotundamente a escuchar el horrible ruido, él haría oídos sordos y se marcharía.
«Entre más grande es el bombo, más grave es el sonido, ¿sabes?»
Su subconsciente se burlaba de su persona recordándole las mismas palabras que le había dicho al peliazul aquella noche en la que se quedaron completamente solos en el estudio del mayor del grupo. Se despeinó los cabellos en desesperación y, a continuación, salió de aquel sitio que comenzaba a volverse cada vez más pequeño, más asfixiante.
¿Lo conoció de verdad? Esa era la única pregunta que ahora se hallaba plantada en su mente desde que cerró la puerta de un portazo y con las mismas se dirigió a la minivan negra, en donde entró en ella y explotó como era debido.
Para JungKook, Kim TaeHyung fue el ser más voluble que jamás hubiera conocido, pero que, aun así, su corazón quiso catalogar su existencia como lo más onírico. Kim TaeHyung fue lo más irreal que sus sentidos pudieron percibir desde que puso un pie en aquella compañía, desde que cruzaron miradas por primera vez y sus latidos se volvieron furiosos con solo sentir la imponencia que esta causó en él...y no le importó.
Una mera mirada que tiempo después JungKook se percató de que era lo único real que yacía en el contrario. Los demás nunca se dieron cuenta —mucho menos el mismo Kim TaeHyung— de que las aberturas del tamaño exacto al de sus ojos lo desnudaban ante el demasiado atento joven azabache, por lo que su máscara siempre se fue agrietando un poco.
¿Pero sí se rompería por completo al final? Eso simplemente no lo sabía.
Porque TaeHyung le advirtió que tenía muchos nombres y JungKook accedió a llamarlo por cada uno de ellos, aún cuando él había vivido en carne propia lo vicioso y tóxico que era aquello.
«Cuando estás solo conmigo, sin nadie a nuestro alrededor, me gustas mucho más...»
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