Desde pequeños siempre habías visto a Aemond de una manera mas que amistosa. No podrías decir lo mismo de él.
El chico se había empeñado en ignorarte siempre, no aceptando tus ayudas cuando se lastimaba, tus intentos de abrazos cuando lloraba por no tener un dragón, siempre manteniéndose alejado de ti.
Los días en los que estaba enojado eran los peores para usted, ya que en el momento que tratabas de acercarte, terminabas insultada.Hoy era uno de esos días, habías visto que ser Criston Cole no había sido muy especialmente amable y Aemond había terminado con su cabeza ligeramente sangrando.
El ya no era un niño, no.
El era hombre, pero igualmente creías que tiene que tener un cuidado especial.Te acercaste con un paño mojado, pero en cuento te vió acercarte te miro extremadamente molesto.
—Ni te atrevas a acercarte.
—Pero tu cab-
—¡No quiero tus cuidados!
Lo miraste con lastima pero aceptaste y te fuiste.
Mas tarde cuando caminabas tranquilamente por las galerias del palacio viste unos vidrios tirados en el suelo.
Pensaste que quizá alguien había roto algo y había huido. Probablemente un niño.Te agachaste a juntarlos pero en un descuido hiciste un gran corte en la palma de tu mano.
—Mierda.—maldeciste.
Inmediatamente dejaste los vidrios en el suelo y te dirigiste hacía tu habitación, allí tenías todo lo necesario para curarte.
Tus practicas con los sanadores servirían de algo.
A unos pocos metros de tu habitación, Aemond iba caminando a una diferente dirección que la tuya.
Te miró de soslayo y volvió su mirada al frente. Y en unos 0,5 segundos la volvió hacía tu mano ensangrentada, goteando sangre.
Consternado, enojado, asombrado, no sabías que era lo que mejor expresaba su cara.—¿Qué. es. eso.?—Preguntó lentamente.
—Ah, unas caricias en mi mano. ¿Qué piensas que es?—No querías contestarle mal, pero seguías un poco resentida desde hoy.
Llegó hasta quedar a unos pocos centímetros de distancia.
Abrumada por la falta de espacio, bajaste la cabeza.—¿Quien lo hizo?
—¿Ahora si te importo?
Te agarro bruscamente de la mandibula al no recibir la respuesta que quería.
—Dime. Ahora.
—Yo misma. Unos vidrios estaban tirados en el suelo y trate de juntarlos.
—Hm.—
Repentinamente te alzo en brazos como si fueras una damisela en apuros y camino hasta su habitación.
—¿Aemond?—te miró, pero no respondió.
—Es mi turno de cuidarte.

ESTÁS LEYENDO
𝗛𝗢𝗨𝗦𝗘 𝗢𝗙 𝗧𝗛𝗘 𝗗𝗥𝗔𝗚𝗢𝗡 | 𝙾𝚗𝚎 𝚂𝚑𝚘𝚝𝚜
Fiksi PenggemarOne Shots, Imaginas, Escenarios, Types, etc; Sobre los personajes de House Of The Dragon